sábado, 17 de enero de 2015

Sobre quién es y puede ser uno jugando a rol.



 Este artículo es una reflexión sobre la similitud filosófica entre el acto de jugar a rol y los principios reencarnacionistas de la cosmogonía Budista. 

Pero antes de desarrollarlo, varios matices necesarios.
Sobre el sentido de la existencia desde una perspectiva religiosa hay demasiado escrito ya como para considerarlo seriamente. No se puede alcanzar un consenso final de carácter totalitarista ni entre las religiones o corrientes místicas ni entre el ateísmo científico y las especulaciones filosóficas. Nuestra intención al escribir esto aquí no es precisar o acercarnos a “la Verdad”, sino aumentar las posibilidades de desarrollo filosófico en torno a una actividad humana que amamos y consideramos única: los juegos de rol.

El budismo tiene milenios de antigüedad, tampoco pretenderemos aquí resumir sus bases ni valorar sus pilares. Semejante antigüedad y peso tradicional hacen de cualquier corriente cultural, tras el paso de los siglos, un deshilachado conjunto de hermanos menores con todo tipo de contradicciones, y exotismos de toda índole. Por ello asumimos que no es posible realizar aseveraciones determinantes sobre él, siempre habrá algún texto o corriente budista que sostenga un matiz distinto a lo que afirmemos aquí.

Desarrollando la idea, el budismo sostiene que el “Ser” o el espíritu de cada uno de nosotros aprende sobre la existencia vida tras vida, en conjuntos de 108 vidas humanas, relativamente consecutivas, que son su momento de comprensión racional sobre la existencia y la verdad cósmica.

Esas 108 vidas son su oportunidad de aprender, de liberarse, y si las desaprovecha decae en una espiral de involución que lo lleva (al Ser) hacia los infiernos (los reinos Narakas), un lugar de purificación última de donde saldrá limpio de todo rastro de fracaso de su intento anterior (karma) y nuevamente podrá volver a intentar alcanzar la posibilidad de la liberación a través de otras 108 vidas humanas.

 Para llegar a ellas y tener otra oportunidad tiene una larga sucesión de vidas de todo tipo (minerales, vegetales, animales…) con duración de tiempo y cantidades indeterminadas, pero que se auguran muy elevadas. Este ciclo se conoce como “la rueda de Samsara”, o el interminable ciclo de reencarnaciones.

La cuestión que nos interesa en este caso para nuestra reflexión, es la relación entre dicho “Ser” con cualquiera o cada una de sus “vidas terrenas”.

Desde la óptica budista el Ser diseña y elige las situaciones de cada una de sus vidas porque calcula que son las que le permitirán encontrar la pieza que “desencaja” (Dukka) de la realidad, la clave de la liberación definitiva de las ataduras cósmicas. En ese sentido el “Ser” budista se subyuga a las diferentes personalidades que acoge. Se “duerme” en ellas intentando, desde ellas, realizar un acto de liberación excepcional y, presumiblemente en el espacio entre vidas, reflexiona y calcula estratégicamente su siguiente elección.

No podemos dejar de destacar el hecho de que dicho “Ser” no parece poder liberarse por sí mismo aun cuando es lógico asumir de él que es muy superior intelectual, emocional, y en cualquier aspecto posible a cualquiera de sus “vidas comunes”. Debe liberarse a través de la liberación de una de sus vidas. Él se “duerme” en una vida que debe despertar a la existencia de su propio “Ser interno”, y a través de esta primera iluminación ( la conciencia de tener un “Ser”), alcanzar una liberación aun mayor, la liberación cósmica (paramahanirvana).

Con respecto a la existencia de dicho “Ser”, que es fácilmente asociable con el alma occidental y el espíritu cristiano, las “vidas” que este experimenta son hechos prácticamente virtuales. Lo real es él, mientras que dichas vidas son experiencias transitorias necesarias (y obligadas) para alcanzar un objetivo mayor: el paso a otro nivel de existencia superior e inexplicable.

Curiosamente para dicho “Ser” la línea temporal es algo aparente, manipulable, como la condición sexual o la etnia de sus vidas elegidas. Esto quiere decir que si en su vida número 34 es una mujer en la alta edad media, en su vida número 35 podría  ser un hombre del mundo moderno y en su vida número 36 nuevamente una mujer, pero del neolítico más tardío.

El tiempo es un accesorio a su voluntad, un acontecimiento estratégico manipulable durante el diseño de sus vidas útiles. De manera que podríamos hablar sin tapujos de un “Ser” extradimensional.

Sobre lo que no parece tener dominio es sobre el desarrollo de los acontecimientos una vez realizada su elección. Así una vez se sumerge en la “vida elegida/diseñada” acepta formar parte de una realidad cuyo tejido se escapa a su control y somete la expresión de su poder a lo que su “vida temporal” puede hacer o no, y lo hace acatando las leyes que rigen nuestro mundo mortal y terrenal. El “ser” diseña la vida, pero no participa del diseño del mundo en el que dicha vida se desarrolla.

En este artículo sostenemos (pudiendo pecar de falta de reflexión al respecto) que la única actividad humana que puede parecerse, sino replicar este arquetipo de funcionamiento budhista entre un “Ser” superior y sus “vidas transitorias necesarias”, son los juegos de rol.

En un juego de rol, un jugador (el Ser) elige sistemáticamente a los personajes con los que va a jugar (las vidas terrenales) y se “duerme” voluntariamente intentando olvidarse de su personalidad habitual, de su existencia común e inducirse a interpretar la existencia desde el punto de vista de su personaje jugador, asumiendo las leyes del mundo virtual en que ha decidido jugar, aquel al que su personaje pertenece. Leyes que no tienen por qué parecerse en absoluto a las conocidas por él como jugador, y que son reguladas a través de un fuerte e intenso intento de simulación espacial y lógica causal por otro jugador llamado Director de Juego.

La inmersión emocional resultante puede ser muy intensa y nutritiva. E Infravalorar el valor de dicho motor de simulación emocional sería lamentable por parte de la cultura humana.
Los motivos o guías a la hora de diseñar una personalidad en un juego de rol son muy diversos. Pueden acercarse a la búsqueda de arquetipos exitosos o mitificados que persigan el triunfo en la historia de juego. Pero también, y mas efectivamente entre jugadores experimentados, a la interpretación de personajes sumamente complejos en su mundo interior, de comportamientos erráticos justificados, con vidas o perspectivas atormentadas o búsquedas frenéticas sobre verdades ocultas de su propia existencia virtual.

Porque su existencia es, ciertamente, virtual.
Pero, ¿tanto o mas como podría ser la nuestra con respecto a ese hipotético Ser de la cosmogonía budista?
Y sin embargo nuestra existencia propia resulta incuestionable ¿no es así?

El corazón de este artículo es la similitud entre las relaciones que se producen entre dicho Ser y sus vidas terrenales (nosotros) y las que se producen entre los jugadores (nosotros) y nuestros personajes virtuales. Y la defensa de que no existe otra actividad humana que simule del mismo modo estas relaciones. Tan solo el Rol lo hace.

Diseño y desarrollo de una personalidad virtual; ausencia de control sobre las leyes que rigen a dicha personalidad; ausencia de control sobre el guión y ausencia de control sobre la trama.

Estos son los factores exclusivos que unen a los juegos de rol con la reencarnación budista.
Se presupone que el Ser budista busca la liberación cósmica a través de sus vidas virtuales. ¿Qué buscamos nosotros como jugadores? ¿Qué somos cuando jugamos a rol?

Somos motores de simulación.

¿Cuál es el objetivo?
Resulta filosóficamente nutritivo considerar este paralelismo entre el concepto cosmogónico budista y los juegos de rol, entre el Ser y el Jugador, y como el concepto de existencia se puede desdibujar a través de la reflexión abstracta entorno a esta espiral tan llamativa.

Suponiendo por un momento que la cosmogonía budista sea cierta, permitiéndonos durante un instante imaginar que así fuera el diseño del universo, el jugador de rol sería un Ser (espíritu) que se duerme y somete a las acciones de una persona diseñada previamente (nos),  que elige jugar a un juego donde simula dormirse dentro de una personalidad ficticia igualmente diseñada (pj) para experimentar cosas que jamás podría desde su vida cotidiana. Una doble inmersión que podría dar como resultado una búsqueda más profunda del despertar en los confines de la experiencia humana, o un grado de sonambulismo como nunca se ha registrado antes en la historia de nuestra raza.

Un paralelismo extraordinario que debería ser explotado filosóficamente por todos aquellos que amamos los juegos de rol.

Para terminar esta reflexión, lease un pequeño concepto de Michael Ende:

“Cuando nos fijamos un objetivo, el mejor medio para alcanzarlo es tomar siempre el camino opuesto. No soy yo quien ha inventado dicho método. Para llegar al paraíso, Dante, en su Divina comedia, comienza pasando por el infierno. Para descubrir las Indias, Cristóbal Colón levó anclas en dirección a América. Para encontrar la realidad hay que hacer lo mismo: darle la espalda y pasar por lo fantástico. Ése es el recorrido que lleva a cabo el héroe de La historia interminable. Para descubrirse, a sí mismo, Bastian debe primero abandonar el mundo real (donde nada tiene sentido) y penetrar en el país de lo fantástico, en el que, por el contrario, todo está cargado de significado.”

14 comentarios:

  1. Te felicito Sirio Sesenra.

    Sin entrar a fondo en el escrito, que me parece una reflexión lúcida:

    Añado que hay al menos otra actividad humana que desde tiempos muy antiguos era consciente del simbolismo que mencionas entre el "Ser" (el atman, ateniéndome a la metafísica hindú, "ser" o "espíritu" preexistente) y "el personaje": me refiero al teatro.

    Quiero decir, el teatro sin cortes, sin cámaras, sin artificios que lo interrumpan, con una audiencia viva y atenta. Claro que no hace falta decir que el teatro y el rol tienen cosas en común, independientemente de si es Dragones y Mazmorras o Fate, ya que en todos los casos nosotros asumimos un "personaje", pasando "nosotros" entonces a ser una especie de símbolo del "ser" transmigratorio. Sitúa en una perspectiva que incita a la reflexión, como propones.

    Gracias por explicitar la analogía entre el "Ser" y "los nacimientos" en el proceso transmigratorio, con "el jugador" y "sus personajes" en el rol.

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    1. Muchas gracias Demonsbane! Cierto que en el teatro, y la filosofía entorno a este, se ha sido muy consciente de esta analogía desde hace siglos. Y cierto que rol y teatro tienen mucho en común, pero en el texto señalo las características mas destacables de la similitud rol - reencarnación, y el teatro no cumple al menos dos de dichas características: ausencia de control sobre el guión, y ausencia de control sobre la trama.
      En el teatro, actores y actrices saben que deben decir, y se pueden permitir improvisar, pero como pecata minuta. Lo cierto es que su guión y el sentido de la trama esta predefinida por un autor, el de la obra.
      Esto en el rol, no ocurre, como tampoco en la vida.
      Y en caso de citar el teatro improvisado, o el psicodrama, si podrían sostenerse muchas mas similitudes, ciertamente, y aun nos faltarían determinar cuestiones sobre las que preferí no profundizar en demasía por no engrosar el documento, como la permanencia de interpretaciones ( en el rol un personaje se desarrolla durante años de juego, mientras que en el teatro esto es mucho mas temporal) y la exclusividad del personaje (que en rol es absoluta salvo en los modernos módulos, mientras que en el teatro los personajes son completamente compartidos).
      Me alegro muchísimo de que este articulo llamase tu atención.

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    2. Hola Sirio Sesenra,

      Menciono el teatro no porque crea o sostenga que "es lo mismo que el rol" (ya apuntaste algunas diferencias), sino por tener unos elementos comunes. De ahí que en ambos contextos se da la analogía del "Ser" con relación a "los nacimientos transmigratorios": en teatro, es el actor y sus roles/papeles/personajes, mientras que en el rol (ciertamente otra actividad diferente) la misma analogía existe entre el jugador y, como sabes, sus personajes.

      Otra razón por la que mencioné el teatro (y me refería al antiguo, que tenía otros criterios diferentes a los contemporáneos) es porque las situaciones representadas, así como los personajes interpretados, solían ser temas "mitológicos" y figuras divinas de fuerte dimensión anagógica. (Esto puede darse también en ciertas temáticas y arquetipos de personajes en los juegos de rol)

      Como te comento en otra entrada posterior a ésta mientras te cito un breve extracto de Heroic Fantasy and Vîrarasa (http://goo.gl/DQSMI9), ello tenía relación, para muchos espectadores y en grados diversos, con la asimilación o identificación de "aspectos divinos (o del "Ser")" (rasa), que al mismo tiempo constituyen una porción del conocimiento relativo al Despertar, algo de lo que se habla en esta entrada.

      Hay veces en las que a la hora de dilucidar o indagar acerca de ciertas cosas, es útil considerar las que puedan guardar relación, y de ahí que mencionara el teatro, cuando no deja de estar claro que aquí se trata de juegos de rol.

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  2. Muy interesantes también estas frases:

    "Se presupone que el Ser budista busca la liberación cósmica a través de sus vidas virtuales. ¿Qué buscamos nosotros como jugadores? ¿Qué somos cuando jugamos a rol? (. . .) Una doble inmersión que podría dar como resultado una búsqueda más profunda del despertar en los confines de la experiencia humana, o un grado de sonambulismo como nunca se ha registrado antes"

    El primer caso vale la pena reflexionarlo; creo que la respuesta no va a ser igual en todos los casos.

    En el segundo caso, semejante doble sonambulismo añadiría más distancia y alejamiento del "Ser" —mayor alienación—, ya que le estaríamos superponiendo "un personaje adicional" del que ya "somos", que consta como otro conjunto de condiciones limitativas. Veo esto como el aspecto negativo tanto de juegos como de la persecución de "realidades virtuales" —la búsqueda de un samsara que nos guste, dentro de otro ontológicamente más grande que no se conforma a muchísimos de nuestros deseos, pero un samsara con la esclavitud e ignorancia (del "Ser") que implica a fin de cuentas.

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    1. Ciertamente cada cual puede ( y quizá, debe) generar una respuesta propia a una pregunta que puede ser tratada con sumo simplismo, o como una pregunta excepcional en nuestra afición. Coincido contigo en que vale la pena reflexionarlo entre todos.
      En el segundo caso, tengo la esperanza de que un sistema de inmersion semejante sea una puerta sutil para abrir nuevos campos de experiencia humana. Es extraordinario cuando, como jugador, asumes que tu personaje tiene personalidad propia e independiente de ti, es decir, que lo has desarrollado de tal modo y manifestando tanta coherencia con su linea de interpretación que diese la sensación de que este ya no te necesitase para autoexistir. Entonces no parece importar ya tu estado de animo al jugar, cuando lo interpretas, sabes perfectamente como el sentiria las cosas, y que haría y que no haría en determinadas circunstancias. Ese momento, me parece un destello de despertar por simetria. Cuando el jugador se puede dar cuenta del nivel de sueño alcanzable por el personaje y la relacion que lo une con su jugador, es mas sencillo para dicho jugador mirar hacia dentro siguiendo esa misma linea y sentir el abismo citado por Borges:
      "¿Qué Dios, detrás de Dios la trama empieza
      de polvo y tiempo y sueño y agonías?"

      Muchas gracias por comentar Demosnbane

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  3. Larguísima entrada, pero me la he leído toda. Desde mi falta de conocimientos sobre la parte mística, pero asumuiendo que es así, me parece una comparación muy acertada, interesante y curiosa. Me ha gustado.

    ¡Felicidades, y ánimo con el blog!

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    1. ^ ^ gracias por el esfuerzo y los ánimos Paco! Si que soy de entradas largas...sobre todo en lo que a reflexiones de este tipo se presume...a ver como hago. No se bien si dividirlas o no... supongo que según me organice en esto de blogger. Gracias por comentar ;)

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  4. Acabo de descubrir este blog, y como rolero y estudiante de filosofía, me parece una mina de oro. Estupenda entrada.

    Por cierto, además de las naturaleza de las reflexiones, el estilo es también estupendo. Muy bien escrito.

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    1. Muchas gracias Telmo, es todo un honor que un estudiante de filosofía tenga estas consideraciones! Como veras cometo muchísimos errores en mis argumentos, seria un placer que me ayudases a enderezar los que veas torcidos ^_^

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  5. Solo puedo felicitarte sinceramente por tu artículo. Gracias.

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    1. Muchas gracias a ti por leerlo, y escribir un comentario.

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  6. Solo puedo felicitarte sinceramente por tu artículo. Gracias.

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