sábado, 6 de enero de 2018

Sobre la tarjeta X

Estos días se ha escrito mucho sobre el recurso de la tarjeta X, con posiciones a favor, neutrales y en contra. Me ha encantado leer tantas reflexiones al respecto. Me ha hecho dudar de mis posiciones y reenfocarlas con apertura.

Es cierto, en mi grupo de juego de mesa, el antediluviano, jamás usaríamos la tarjeta X como método de comunicación de incomodidades. Diría incluso que nos molan las incomodidades. Que las aprovechamos para incitar esas emociones que sabemos que les harán sufrir, vomitar, rechazar y amar la ficción. Y lo haremos afectándonos como personas, claro, no solo como personajes.

También emplearemos el machismo, la misoginia, el racismo, la violación, la esclavitud, la pederastia y la homofobia como ingredientes de nuestras partidas. Y de ningún modo estaríamos dispuestos a que un agente externo se adentrase en nuestra esfera privada de diversión a cuestionarnos lo que ocurre en la ficción. Siempre hemos pensado “no lo entenderían” o “hay tanto que explicar…”.

Nuestras partidas no son para que nadie las vea. No son públicas. No hay invitados. No necesitamos opiniones sobre ellas.

Y no, no hay giro de guión con moraleja. Esto es así. En mi grupo de mesa de siempre somos unos salvajes con la ficción. En muchas de las partidas que hemos jugado el 90% de la gente que me conoce ajena al rol se marearía con las descripciones.