jueves, 23 de febrero de 2023

Sobre la creación de mundos y el problema divino

Una de las cosas que más me rechina cuando me hablan de un mundo de fantasía es la insistencia en describir la creación divina desde una perspectiva cierta. Esto es lo que ocurre cuando la autora o el autor del mundo explican cómo se crea el universo desde sus orígenes, o cuando explican cómo y porqué los dioses crean el mundo tal y como se explorará en la narrativa.


Puedo respetar y respeto la fascinación que nos induce a meternos en las causas divinas, escribir y dar sentido a las razones de los dioses creadores es algo que obsesiona a la humanidad desde el origen de los tiempos. 


Me gusta llamar a esta forma de creación de mundos teocentrista certera y tiene fuerza narrativa cuando las tramas que enredarán a los protagonistas están directamente relacionadas con los dioses creadores. Nos habla de mundos pequeños, naciones al estilo mediterráneo donde la vinculación entre dioses y mortales se ajusta a un territorio manejable. Épica homérica y tolkieniana. Frodo recorre más o menos 2000 km en su aventura, Alejandro Magno más de 25.000. 




En este sistema de creación de mundos es fácil establecer paralelismos entre las pugnas divinas y los hechos en la tierra. Los dioses tienen conflictos entre ellos y de dichos conflictos extraemos antagonistas poderosos que atentan contra el orden en la tierra y metáforas sobre el comportamiento de los mortales. Hay fuertes conexiones que se pueden aplicar en la relación entre dioses, clases sociales y protagonistas. 


Esto mola mucho si quieres ofrecer una historia, pero tiene inconvenientes si lo que quieres ofrecer es un mundo en el que ocurran historias. 


El inconveniente más hiriente es que al elegir un sistema teocentrista certero has borrado de un plumazo la riqueza cultural que deriva del contacto entre religiones. Da igual cómo sean todas las otras religiones y culturas que aparezcan en tu obra, el espectador sabrá que hay una que es la real y el resto serán mitologías derivadas o sectas fundadas por dioses díscolos del panteón establecido.


Pongamos como ejemplo que eliges un sistema de panteón divino similar al heleno y colocas como dioses primordiales a Urano y Gea, por descontado le cambias los nombres pero te inspiras en su genealogía para crear un panteón enriquecido con dioses, titanes, semidioses y toda una hueste de dioses menores, objetos divinos y dioses enfadados que hagan la puñeta creando antagonistas interesantes. Genial, tienes un panteón cierto con el que crear grandes aventuras pero… ¿Qué pasará cuando se encuentren con el panteón Egipcio? 

Para darle poder a los dioses egipcios tendrás que relacionarlos con el panteón certero. ¿Son hijos ilegítimos de Zeus? ¿Acaso otros titanes de los que no habíamos hablado han creado nuevos panteones? ¿Es Atum, en realidad, un titán?


Esto será un lio de jurisdicciones tremendo en cuanto la narrativa explore un poco más allá del escenario delimitado como «manejable».


Así que o eliminas esa exploración del escenario, o eliminas el escenario. Lo que significa que:

  • En tu mundo de fantasía no existirá un Marco Polo que una naciones separadas por 7.500 km 
  • En tu mundo de fantasía no existirá una Egeria que viaje por decenas de países visitando lugares santos en el siglo 3
  • En tu mundo de fantasía no habrán países más allá de la franja colonizada en la que se centra la historia, serán terra incógnita (un recurso fiable pero trillado).
  • En tu mundo de fantasía no existirá un Cristóbal Colón que cruce los grandes mares conectando culturas que se han desarrollado por separado.
  • En tu mundo de fantasía no existirán grandes imperios como el romano/persa/mongol/español que una culturas creando crisoles.


El dilema de los mundos teocentristas certeros es que ofrezcan una visión al espectador externo que empobrezca las sociedades del mundo que se pretende construir. 


Nuestras sociedades son ricas en religiones imprecisas que evolucionan y se retuercen con la manipulación política e histórica. Jesucristo, Mahoma, Buda, Confucio y Lao tse tienen algo sorprendente en común: ninguno escribió nada. Los libros considerados fundacionales de sus corrientes de pensamiento o religiones son siempre posteriores.


Desde las palabras de Jesús a la actualidad del Vaticano hay una inmensa deformación histórica, política y filosófica de la que podemos extraer algo muy interesante para nuestros mundos de fantasía: 

La diferencia entre las ideas iniciales de una religión y las distintas perspectivas que tiene de ella la sociedad del momento cero de nuestro mundo de fantasía implican riqueza narrativa.


Me gusta llamar a esto perspectiva etnocentrista incierta. Y en la creación de mundos de fantasía me resulta maravillosa. No sabes cuál es la verdad sobre la creación del universo, solo conoces las opiniones de los distintos pueblos y sociedades, solo ves cómo ellos defienden su verdad a capa y espada, se establecen guerras santas (que tienen mucho de político y poco de santas), divisiones internas, influencias directas entre monarquías y jerarquías religiosas, profetas y místicos inflaman el corazón de los pueblos y comerciantes, diplomáticos y conquistadores conectan unos pueblos con otros enriqueciendo tu mundo. 


No hay una verdad última sobre los dioses que llegue hasta la creación del universo. Hay panteones, influencias, poderes y hasta donde desees explicar sin necesidad de retrotraerse a un vacío primigenio en el que una inteligencia solitaria se masturba para paliar su desdichada situación (teoría heliopolitana de la creación, Atum, dios primordial crea al resto de dioses haciéndose un pajote). Y si la hay, porque te gusta desarrollarla, esta no alcanza a la tierra con una verdad última, llega fragmentada y versionada como un puzle caleidoscópico en el que todas las sociedades tienen una parte de razón por cuatro de invención. 


Creo que ambas perspectivas son interesantes y divertidas si encajan con la promesa narrativa. Si quieres crear un marco de aventura homérica en un escenario asequible, a tope con el teocentrismo certero, pero si quieres crear un mundo abierto con diversas culturas y mucha geografía dale fuerza al etnocentrismo incierto. Evalúa qué prometes a quien disfrutará tu obra y si tu enfoque de creación de mundos cumple esa promesa o está al servicio de tu disfrute creativo.


Para rematar, creo que ambos estilos se pueden combinar pero requiere mucho trabajo de fondo en la creación del mundo y en la mitología, dejando un amplio espacio entre las entidades creadoras del universo, «dioses incognoscibles», y los dioses conocidos por las religiones del mundo «dioses locales». Algo que necesariamente pasa por la creación de una jerarquía mucho más amplia de lo que estamos acostumbrados… en occidente.

Quizá hable de ello en otra ocasión.



3 comentarios:

  1. Esta simplificación narrativa es, lamentablemente, muy habitual en las obras de fantasía creando mundos monotemáticos, llegando a la paradoja extrema de Cosmere, que el autor decide crear todo un conjunto de mundos internectados en lugar de haber hecho un planeta con varias culturas.

    Diría que solo conozco una ambientación de ficción que se haya tomado en serio, ni que fuera durante unos años, la pluri-religiosidad.

    También vemos una vertiente parecida de este fenómeno en la ciencia ficción, cuando se diseñan mundos enteros dominados por un único ecosistema, algo bastante anti-científico, dicho sea de paso.

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    1. ¿Cuál es esa ambientación, Master Gollum? ¿Gloranta?
      Gracias por comentar :)

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  2. Sí, has dado en el clavo. Es justamente esa :)

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