sábado, 28 de febrero de 2015

El Trovador de Barro Negro

Pareciera la voz de un malherido. Era quebradiza y lastimera. Mezcla de lloroso chiquillo adolescente y cachorro abandonado a la injusticia del aislamiento pero, por alguna razón, tenía potencia suficiente como para entenderse con nitidez por encima del estruendo de la lluvia.

– Su furia… se diluye con la lluvia. Mientras veo el manglar no puedo dejar de beberla con mis ojos. Me siento sediento y la vida del Dios de las aguas hace tiempo que no puede ya calmar mi sed. Cada músculo de mi que se tensa busca ser instrumento para cantar su melodía, cada cabello de mi piel no dice ya ser mío, sino suyo. Suyo y de su mirada que ha esculpido en mi cráneo un misterio insondable de adoración y cánticos que no soporto ya cargar.  ¿a dónde iré que no sienta su corazón latir en vez del mío? ¿Que caverna me acogerá para vaciar en ella mis días?. No soy más yo mismo, soy un esclavo. Carcome mis venas,  mi rostro exigiendo que broten lagrimas. Exigiéndome que vacíe mi ser y que me entregue...

Entonces detuvo su agonía y sus palabras, y se agachó sujetándose el vientre como por algún  fuerte dolor. La lluvia no cejaba de batir la tierra y Huotro tuvo la sensación de que las nubes escuchaban al errante.
Apenas habían unido sus caminos cuatro horas atrás, pasado el puente de Bodibia, y habían conversado con tranquilidad sobre sus oficios y sus vidas. El errante parecía ser un bardo vagabundo, y el era poeta. Ambos se dirigían al mismo mercado de lana buscando fortuna.
Pero en los últimos minutos, cuando el errante comenzó a representar sus cánticos, una cierta desazón se había apoderado de el.
Su canción se había tornado cántico poético, o llanto versado…algo extraño. La pasión con la que parecía improvisar lo había dejado anonadado.            
No lo dijo. Con seguridad no pronuncio esas palabras. Pero las pensó…
<<Que te entregues, ¿a que?>>  Y el rostro del errante se torció mirándolo con expresión sobrecogedora. Sus ojos fríos e inyectos hablaban de frenética rabia, su rostro de pasión y de dolor, y sus dientes, sus dientes fisurados por la tensión, hablaban de venganza.

– ...a la lluvia.

Fue entonces cuando entendió que no era una representación.        
Era locura.    
El errante acometió contra el con una impetuosa violencia. Apenas advirtió el potente movimiento de su brazo dando dos tajazos al aire, irreal de tan veloz y como una sombra en su inconsistencia. Luego el poeta se vio embestido y arrollado. El arma, extranjera ,se clavo en su pecho, media quebrando hueso y media hendiendo entrañas, más en el total, fría, segándole la vida.  En su ultimo instante sintió que cada momento era eterno, y que cómo vivas cada segundo puede hacer ese segundo un universo. Entendió que sus dos brazos habían sido cortados, antes incluso del golpe mortal. Cayó al suelo, de su pecho brotaba una lluvia roja, pequeño torrente al desenvainar el bardo asesino, traidor en la obligada hospitalidad del camino, el arma de su cuerpo. Lo vio. El dolor era intenso, enorme, total. La locura y el genio, la actuación y la realidad. Eran lo mismo.

– Profundo pensamiento para un poeta. –  Itanor había dado por concluido el visionado de los instantes del desgraciado poeta.

– Maestro, aun quedan varios céferos por ver. – dijo Itia Deno observando unas auroras gráficas de diversos colores que flotaban frente a su rostro.

–  Si, serán fragmentos del paso de su espíritu. Pero no es necesario que sea visto aquí, ni que ocupe nuestro tiempo. Coge la cabeza del poeta y a tus dos aprendices que más hayan merecido auxiliarte  y baja a la sala de Boro, Yomi será tu tutor por si necesitas ayuda, mira sus recuerdos completos, solo de su último instante.    Itia Demo, –  se giró para mirarla dejando que el peso de sus ojos la hiciesen bien receptiva - espero que en esta ocasión muestre la seriedad que se espera de una aprendiz de su nivel.    

– Si maestro.

– No se debe faltar al juramento de respeto a la memoria. Observe esos recuerdos, transcríbalos a papel de kora y a arena y archívelos detalladamente.

– Bien maestro. Luego entregare  la cabeza a  Hayo para que haga los ritos pertinentes y la devuelva a su origen.

El ritual se detuvo. Los seis magi necesarios para la activación de la sala sencillamente se detuvieron y regresaron a sus ocupaciones. Ellos nada tenían que ver con esta investigación, y en silencio se retiraron por los pasillos por los que habían venido. Cada uno de los aprendices que habían venido con ellos se marcharon a su vez. 
En la enorme sala abovedada quedaron tan solo Itanor, y sus pupilos, los guardias de la sala y sus aprendices.

– Palabras. –  Dijo Itanor con voz ronca y grave. Había pedido a sus instruidos que emitiesen pensamientos o conclusiones de lo que habían visto.
El primero en hablar fue Majo Virin, quien en otra vida, ya lejana, había sido Lord Julon, heredero de Mikan.  

– Sin lugar a duda se trata de un trovador de Barro Negro.

Impetuoso y seguro de si mismo. Doce años de estudio y esfuerzo apenas habían comenzado a mellar la armadura nobiliaria con la que había nacido. No era física, pero aún se resistía.

 – Me intriga la razón de su seguridad, señor Virin.

– La ropa parece antigua, pero se conserva en buen estado, es elástica y resistente a la vez que muy discreta, pasaría por una mancha marrón en un vistazo dado en cualquier parte, quizá posea algún tipo de inmanencia de ocultación, pero me recuerda a las ropas de los guerreros Karnos que estudiamos en los bajorrelieves del pórtico de Anera. Como de un gesto amputa sendos brazos al poeta sin que este lo perciba me recuerda también a las habilidades que se otorgan a estos antiguos guerreros, lo que podría explicar la presencia de una espada extranjera. Cortar la cabeza de tu enemigo muerto también encaja con los ritos de ese pueblo extinto. Si el poeta nos hubiese dejado una imagen nítida de el arma que lo mató quizá pudiésemos ubicar al trovador en un contexto, y saber por tanto a que leyenda o herejía ha unido su destino.

Itanor lo sopeso mesándose la barba, confusa entre mantenerse oscura o blanquearse al cántico de la edad. Sonrió satisfecho, pícaramente.

- No es, señor Virin, ni ha sido centro de su estudio en ocasión alguna el conjunto de rarezas que forman a los trovadores de barro negro, lo acaba usted de demostrar –  le dijo pacíficamente y algo divertido –  pero la inmensa fortuna que le concedió el destino al tener a bien traerlo al mundo con una mente, que no conoce limite al adquirir y retener conocimiento y detalle le ha hecho llegar a una conclusión acertada, apreciando los mas ligeros detalles e ignorando los mas grandes identificadores. Quizá Gira Ameduin, quien ya en otras ocasiones ha demostrado su fascinación por esta rara casta le pueda instruir en algo nuevo. — Le hizo un gesto sutil a la instruida con la frente para que expusiera su comentario.

– Lo más significativo es el regalo. –   dijo ella con la voz un poco apagada, tosió un instante y continuó –  es, el regalo del trovador. Los trovadores de Barro Negro eligen a sus víctimas comunes de entre personas fuera de lo común que sienten un especial interés por algo abstracto. Lo cierto es que matar a estas personas no es ni mucho menos el centro de su actividad, no los buscan ni parecen sentir especial placer en ejecutarlos. Más bien los encuentran y les entregan su regalo, que va acompañado de la muerte, pero según parece solo les entregan ambas cosas si saben que esas personas estarían dispuestas a aceptarlas. Las dos, es decir, si  aceptasen que las dos van juntas.

– El regalo – comentó  Itanor a la totalidad de sus pupilos, dándole un pequeño auxilio a Gira –  es una comprensión magistral sobre algún aspecto de la realidad en que se había abstraído su espíritu. –  le hizo un gesto con la mano para que continuase

– Si. Los trovadores piensan algo así como que un espíritu se puede enredar durante vidas encerrado en un aspecto de la realidad tan abstracto que no pueden comprender. Afirman sentir cuando una vida que ellos se encuentran se halla en ese estado, y consideran un regalo al espíritu en cuestión el resolverles la abstracción con una comprensión directa de la realidad, o de ese aspecto de la realidad.  Esta información no es del todo valorable como cierta, aun hay demasiado que no entendemos de ellos y...

– ¿De dónde has recuperado ese conocimiento? –  le pregunto Ewan, hijo de pescadores y adorador del campo de la magistratura musical.

– Del pergamino de Foren encontrado en Gesenjok en las excavaciones del Maestro Dalley

Ewan parecía entusiasmado, era lo más profundo que había oído referente a los trovadores negros. ¿cómo había tenido acceso a algo propio de maestros?

– Entonces ¿por qué mata? – pregunto Virin analítico – si su sentir es la entrega del presente ¿que razón hay para la muerte?

Guira cerró los labios mostrando no conocer la respuesta, además ya había sido suficiente hablar en publico para ella.  Itanor concluiría lo dicho.

– Porque en el momento en que esa vida, en este caso el buen poeta, recibiera la comprensión completa y profunda del abstracto de la realidad en que su espíritu se había enredado, se quedaría totalmente colapsada, inservible y abstraída. Consideran liberar al espíritu de la prisión de una personalidad colapsada y un cuerpo inútil una acción de gracia. No sabemos aún a ciencia cierta si requieren que la persona sea consciente de que es el momento de su muerte o no, si lo requieren como impacto a la conciencia por supuesto, lo cierto es que poseen ese poder, y esta es la paradoja. ¿Quien tiene tanto poder como para hacer entender a un espíritu en qué momento de su cosmos interior se encuentra¿ ¿quién tiene tanto poder como para verlo en otros?   Ellos no solo creen verlo, sino que se reservan el derecho de creer a ciencia cierta  el poder discernir quienes darían su vida por encontrar la respuesta a ciertos enigmas incomprensibles.

Se hizo un breve instante de silencio que invito a los instruidos a la reflexión.

–  Puedo entenderlo. – Dijo Sracusa, el instruído que debió ser herrero – si en ciertos momentos de mi vida me hubiese encontrado con uno de esos trovadores, quizá hubiese aceptado su regalo.  Creo que puedo entenderlo.

Itanor asintió comedido, con sonrisa amable.

– Los trovadores de barro negro son poderosos y peligrosos. Caminan solos o en parejas, raras veces leyendas hablan de tríos, según parece es este un número que adoran y que se niegan a imitar o superar. Oremos para que en nuestro reino no haya entrado mas de uno y concentremos nuestros esfuerzos en localizarle y observarle. Pretender tratarlo según nuestras leyes seria una provocación sin sentido.  

El anciano Maestro giró su cuerpo contemplando al grupo de aprendices que le seguían durante las horas de lección con serena concentración.   Unos adultos, la mayoría casi niños, pero dotados del talento suficiente, otros jóvenes, provenientes de extracciones sociales completamente diferentes . 
Varones, hembras, cuestiones indiferentes para el mundo de la Magia, o al menos en un principio. La mayoría eran inmaduros todavía. No entendían lo que la Orden de la Llama Azul representaba, ni lo que abarcaba. Pero necesitaban acciones y encuentros como margen para madurar y crecer. La llegada de un Trovador de Barro Negro era terrible, ciudades enteras en el pasado sucumbieron ante la presencia de alguno de estos seres. Podían traer consigo la fortuna o la desgracia total para una nación, pero para un aprendiz de la Llama, no era más que un personaje más de cuantos había estudiado. Su llegada era sin duda una cuestión delicada, y propia de maestros, pero Itanor no era un maestro común, y sus pupilos debían enfrentarse a situaciones excepcionales.


sábado, 21 de febrero de 2015

Pues he caído

Tan solo un paso más,
y me detengo…
Y cuando caiga
honrad por mi a las víctimas de mis andares.
Cuando solloce
hacedme recordar, aquellos tumultos matinales.
Cuando me encoja
batidme
como baten las olas las costas de nuestros padres...
pues he caído…
Sin dejar tras mis pasos campos arados de trigo
he sollozado…
No curando mis lagrimas heridas a mis amigos
y me he encogido…
Incapaz,
de soportar los senderos que exige el destino.

Es la mordaz elocuencia mi fiel tropiezo
si a cada paso paciencia se torna huraña
y mientras tanto,
la fiel guadaña
toma por justa cosecha cuanto comienzo.

No soy yo, ni tu, ni el…
no somos todos
no somos nadie cuando creemos que somos
no somos uno sentado en su trono
no somos fieles cuando amamos al otro
no soy espejo… de mi mismo…
en tus ojos
Soy un enigma encerrado entre otros
otros enigmas encerrados en rostros
tan ciertos todos como el hielo es al frío
tal buen cubil segura aletarga a alimaña
y mientras tanto,
la fiel guadaña
voy afilando mientras sonrío.

Pues he caído
acercaros… 
¡me habéis vencido!
danzad al son de la ciencia, todos unidos
trovad místicos cantares, jubilo erguido
pues pesar de los andares 
pudo conmigo.
¡Ha sollozado!
ríen preñados los paladares
¡hase encogido!
Búrlanse reinas, dioses y zares
sin distinción muestran sus estigmas
cicatrices, ¡honor! lucen los enigmas
¿Quién el más alto ante un nuevo caído?
¿Acaso fue hermano, amante, o amigo?
¿importa eso a bestias que devoran entrañas?
mas mientras tanto
mi fiel guadaña
cosecha silente sus falsos latidos...
… ahora son míos...

...pues he caído.

martes, 17 de febrero de 2015

Sobre la familia y el Rol

En ocasiones es intrincado compaginar la afición vocativa rolera con la gestión del tiempo familiar.
No sabemos cómo perciben esto el resto de Roleros y Roleras, pero para nosotros, unificar estos dos principios con la mayor maestría posible es completamente prioritario, y sería un gran aporte por parte de la comunidad ver más textos escritos con opiniones al respecto.

Hace años, una de esas personas extraordinarias con capacidad metafórica innata nos comentó que el equilibrio no podía resultar de una distribución estática de pesos. Que el equilibrio era un acto conciliador entre fuerzas, y que si la conclusión de dicho acto era estática, dicha conclusión era, en sí misma, la muerte.

La muerte, era la balanza detenida.

Por el contrario, el equilibrio debía ser dinámico. Una redistribución constante de esfuerzos fluidos entre ambos platillos de tan singular instrumento. Y producía movimiento y compensación equilibrada sin detenerse.

Lo recuerdo preguntándonos cómo creíamos que era más sencillo mantener una escoba dada la vuelta en equilibrio sobre la mano, si esforzándonos en que ésta estuviese lo más quieta posible, o fluyendo con ella.  Y nos recuerdo comprobándolo. 

Hay que fluir. 
Hay que actualizarse a cada momento y, sobre todo, conforme llegan nuevas etapas a nuestra vida que varían por completo las circunstancias.

No podemos imponer un peso especifico a un plato de la balanza y esperar que una “mano mágica” rectifique el otro extremo sin que el nuestro se vea afectado.
No se trata de ceder aquí para ganar allá, eso sería complacencia, sino de asumir el flujo, buscar un ritmo en la proporción de las pasiones en la balanza.

Puede que nuestra vida haya cambiado tanto, pero con tanta sutileza, que no nos demos cuenta del esfuerzo que supone emocionalmente gestionar un equilibrio incompleto entre la familia (pareja, estudio, trabajo…) y el rol. 
Puede que nos hallemos, sin acertar a definir el camino recorrido, en medio de un conflicto tácito por la gestión del tiempo libre, arañando los minutos que podamos al día para dedicarlos a nuestra creación artística, o a bucear en los abstractos del rol en partidas. Puede que nos encontremos ante un telón de acero, tratando de disimular o restar peso a un conflicto real que consuma nuestra energía lentamente.
O puede que seamos unos tiranos, y hayamos sometido a nuestros seres amados a una imposición pasional sobre un aspecto de nuestra vida, manteniendo posiciones radicales al respecto bajo la excusa de la identidad (“esto es parte de mi”), o del origen conocido (“sabías desde el principio que era así”) y permitiendo que el “peso” de la familia caiga sobre sus hombros con dicha excusa como bandera.

Se podría hacer una auténtica lluvia de "puedes”. La conclusión final ante ellos es la retrospección de nuestra conducta y la reflexión sobre quiénes o cómo somos, y quiénes y cómo deseamos ser.  A nosotros, desde luego, el sorprendernos con una enorme distancia entre estos dos puntos (como creo que soy, y como soy realmente) nos ha ocurrido en varias ocasiones, de ahí la motivación para reflexionar al respecto.

Desde nuestra ubicación emocional, el rol es de tremenda importancia. 
Trasciende por completo el fenómeno hobby, se acerca, de hecho, mucho más a la pasión artística, desde el sentido angosto y oscuro de que si no creamos, si no nos vaciamos jugando, construyendo, dirigiendo, etcétera, nos marchitamos por dentro de una forma angustiosa y pétrea. 

Siempre recordaré las palabras de un buen amigo confesando: 
                                “¡…es que ya no puedo ser sólo yo!”
Sus palabras, estaban preñadas de realismo.

Ese “Ser sólo yo”, no es fruto de una obsesión empobrecida. Claramente era un extremo motivado por la conversación, por la emoción del momento, el intento de expresión de algo tan complejo… Una lectura racionalista no debería simplificar el mensaje, un mensaje en clara frecuencia poética. 

Ya no puedo ser sólo yo” establecía la diferencia entre la narrativa enciclopédica (léase nuestra vida cotidiana) y la belleza lírica encerrada en el Mahabharata (entiéndase la ensoñación divina), entre dominar un idioma nuevo con la intención de comunicar acciones necesarias con eficacia… y divagar con dicho idioma en poesías cervantinas soñando entre abstracciones imposibles. Entre pintarlo todo con un único color purísimo… y ver la imaginaria de Van Aeken desgarrando las gamas cromáticas para transmitir imposibles… entre ser “yo”, en definitiva, y ser todos los personajes, todos los demonios, dioses, criaturas, posibilidades…

Pero ¿cómo expresar esta pasión a nuestra pareja/familia, si no la siente como nosotros? 
¿acaso la hemos expresado adecuadamente?

De hecho parece un modismo quitar importancia a jugar a rol, dejarlo como un factor de tercer plano, como ocio prescindible, compararlo con el fútbol, o con la tópica partida de poker con los amigos del protagonista.

Puede que ese sea un nivel para muchos, y lo respetamos profundamente, pero no es el nuestro y, desde  nuestra opinión es fundamental expresar el grado de importancia justo sobre nuestras pasiones a nuestros seres queridos.

Junto a ello quizá deberíamos cuestionarnos nuestra responsabilidad al dominar nuestra pasión, y si mostramos y demostramos a los nuestros que ésta no se encuentra en conflicto con ningún otro área de nuestra vida. Cuestionarnos si no nos resta capacidades ni atención, si cuando estamos con ellos no estamos pensando en nuestra creación o en nuestra “otra pasión”, sino que estamos con ellos. 

Si estamos donde estamos.

Cuestionarnos si ese “no ser solo yo” en definitiva, (y demostrarlo si acaso) no es una evasión del “yo” del que ellos/as se enamoraron, ni una evasión de las circunstancias de nuestras vidas, lo cual significaría menospreciarlas, sino una de sus más bellas formas de expresión y enriquecimiento.

Volviendo a la metáfora de la balanza, cuidar el equilibrio es dedicarse a cuidar el equilibrio, y ello requiere atención consciente. No es algo automático y, como dijimos, no existe mano mágica que lo realice. Por ello requiere reflexión y esfuerzo, dedicación cuerda y lúcida, para alcanzar la fluidez que propicie dicho equilibrio y sopesar nuestra energía entre la familia (trabajo, pareja…) y el rol.

¿Cuánta energía dedicamos a cada cosa?

Cada individuo debe esforzarse por encontrar su proporción y su fórmula.
Personalmente, la seguimos buscando.
Nos cuesta imaginar a un pintor o un escultor que no defienda la escultura o pintura o que, de hecho, la reduzca a ocio terapéutico o la considere algo prescindible o secundario en su vida. Para ellos, como es nuestro caso al menos, su arte es un alimento sin el cual morirían.

Porque para nosotros, de una forma sutil y discreta, sin darnos cuenta de lo que estaba suponiendo en su momento, el rol salvó nuestra vida.

Por ello tratamos al rol, a este abstracto indefinible, al menos, con la seriedad con que los niños tratan sus juegos, dedicándole esfuerzo y reflexión, y lo defendemos con el mismo ímpetu y pasión, buscando soluciones a los conflictos que nos encontramos cuando dicha pasión nos pretende arrastrar a sus abstractos, destruyéndolo todo.

domingo, 15 de febrero de 2015

Sobre las nubes

Cada noche un aquelarre y por más que lo intento
no doy pie a nihilizar mi pensamiento
cada semana un holocausto, mientras paciente
desde las llamas me observa el buey iridiscente.

Siempre en recodos, tras las esquinas
siempre distante aún en tumultos,
siempre en silencio...
cuando prospere en la entretierra
la planta mordaz que ahogará el cultivo
frenando a la hoz en su palacio,
allí me hallaré recogiendo sus semillas
para distribuirlas prontamente a mis pensares
no vaya a ser que en los hogares
sea único alimento a la mente el joven trigo.

Pues es consejo de loco el que ilumina
como el embriagado ensarta con verdades
mientras el cuerdo cree que camina
calificando al mundo en sus andares
pero no...
no hay paciencia...
y no hay respeto a la locura
si a la voz del anciano se la encierra en los portales
no hay estancias ya
que nos muestren travesura
si los niños rumian libros cual si fueran animales
y a esto,
¿qué nos queda de la bestia?

La pasión de aquellos tiempos 
en que muerte era protesta
en que amor del ser amado te fraguaba y te fundía
en que un ser miraba al cielo, 
¡y su dios le respondía!
ya no quedan locos, lobos...
solo quedan cuerdos, perros...
constructores de collares que jamás pierden la senda
definidores silogistas que huyen de las tormentas
amanuenses zurdos, siniestros, lacayos de la herencia
mientras el mundo
se contempla herido, hermoso, 
ante el espejo de su ciencia.

¿Dónde nos tumbaremos los desorientados?
Si la duda es señalada símbolo del ser hundido
si el que se sabe roto no tiene espacio
donde ser reconstruido
cuando la calma, llana y cruel
aterra a quien siembra versos
en cumbres distantes, sin nidos
y éstos aguardan como pétreas promesas
al buen cincel que los torne ladrillos
no quedan alas para los que, al nacer,
nacieron muertos de pasiones comunes
los que buscan el sabor de la hiel
lanzando dados

sobre el calor de las nubes.

sábado, 14 de febrero de 2015

Sobre la estructura de las partidas


Cuando construimos un mundo, dure la construcción mucho tiempo, o sea relativamente breve, lo más probable es que resultemos una suerte de visionarios de dicho mundo. 
Podremos, con una simple evocación, realizar descripciones pormenorizadas de aspectos insignificantes, o desarrollar conferencias completas sobre cuestiones importantes y bien detalladas de sus costumbres o razas. 
Es nuestra creación, nuestra criatura, nacida de nuestra visión del universo y regada con nuestras emociones más personales.
Es, en cierto sentido poético, nuestra entelequia.

En semejante estado de relación es muy sencillo para el creador realizar lo que se denomina un “sandbox” en una partida que se desarrolle en su mundo.
Este es nuestro caso. Aprendimos a dirigir así intuitivamente, perfeccionamos en la medida de nuestras posibilidades esta forma de dirección  y hemos dado por sentado que el “buen rol”, se juega así.
Una de las razones que nos impulsaron a esta forma de juego fue la claustrofobia que nos produjeron nuestras primeras partidas de rol. Partidas prepúberes donde o eras conducido con crueldad por un máster que exigía que hicieras lo que el tenía predestinado para ti o, no solo afrontabas la más absurda e injusta de las muertes, si no que podías verte descalificado como destructor de la diversión.
Por ello acogimos el “sandbox” como una forma de rebeldía y libertad, definida contundentemente por la máxima del señor Aleister:  

                                         “Tan sólo hay una Ley: Haz lo que quieras”.

Luego, con calmada progresión, incorporamos más conceptos conforme hilábamos el mundo.
“haz lo que quieras” y asume ( o lucha contra) las consecuencias.
“haz lo que quieras, con coherencia con tu personaje, y asume las consecuencias”
“haz lo que quieras, con coherencia con el mundo, tu personaje y asume las consecuencias”
“haz lo que quieras, con coherencia con el mundo, tu personaje, la trama y asume…
“haz lo que quieras, con coherencia con el mundo, tu personaje, la trama, el resto de jugadores y asume…
Así, mientras maduramos nuestro modo de jugar, descubrimos que la exigencia interpretativa era innata a la maduración del “haz lo que quieras”, y que se resumía en:

                                        “haz lo que quieras, pero con sentido común”.

Luego conocimos a tres roleros que nos dejaron plenamente impresionados. 
El recuerdo de sus nombres se ha desvanecido, pero su forma de jugar nos marcó por completo.
Más adultos que nosotros, con más experiencia de juego a sus espaldas, se habían determinado a ignorar todos los juegos y jugar una suerte de partidas veloces donde la incertidumbre se resolvía con un dado a “cuanto menos mejor”, en un desparrame de imaginación inmediata que aceptaba cualquier tipo de escena, cualquier tipo de mundo, en partidas que duraban una tarde y eran divertidísimas.    
Para nosotros, que éramos carne de campaña, el concepto de partida rápida improvisada nos dejó algo conmocionados. 
Probablemente fue de los primeros choques que nuestro ego cavernario tuvo que asumir mientras descubría que nuestra forma de jugar, no era “la definitiva”. 
Tras este primer choque, por fortuna, vinieron otros que nos hicieron cuestionar nuestro modelo estructural de las partidas. 
Menos mal! Al menos nos preparó un poco para el gran combo de ostias de calidad que recibiríamos al salir de nuestro mátrix endogámico y ver el mundo rolero real, tan lleno de posibilidades.
Pues la conclusión final sobre la estructura de las partidas es que habíamos puesto coto a la diversión, nos habíamos encerrado en el “sandbox”, como si tan solo esto fuese el Rol que nosotros queríamos, cuando en realidad tan solo era el rol al que estábamos acostumbrados.
Por ello no parecíamos dispuestos a probar ningún juego nuevo, o a jugar partidas guiadas, lineales, pues todavía manteníamos prejuicios propios de aquella época pasada de opresión e incoherencia.  

Ciertamente lamentable. Lamíamos con cariño los barrotes que encerraban nuestra diversión, y los defendíamos en discusiones sobre “las formas correctas de jugar a rol”.

Por suerte para nosotros, llegaron las Jornadas Tierra de Nadie, y luego de una larga era cavernaria, se hizo la luz.

Tras ver a gente como Diego López y Daniel Verzobías dirigiendo sus módulos, asumimos definitivamente que las partidas lineales podían ser divertidísimas. 
Una experiencia extraña y novedosa jugar con un personaje que ya había sido “usado” por otra persona. No podía dejar de imaginar a mi pobre Pj atrapado en un eterno “día de la marmota” donde realizaba acciones movido, en cada partida, por una personalidad diferente (la de cada jugador, se entiende) y la metáfora resultante me pareció fascinante.
Las partidas lineales me parecieron fascinantes, las jornadas en sí me parecieron fascinantes, y el comienzo de la destrucción del constructo sobre estructuras de partidas, una autentica bendición.

Comenzamos el “sandbox” por rebeldía y exigencia de libertad. 
Y ahora en nuestro interior se derrumban las estructuras y preconceptos sobre el “buen jugar” justamente por la misma razón. 
No hay una mejor forma de juego razonable que discutir con los otros. Tan solo un aperturismo o cerrazón a las formas de juego que otros se han planteado y que han perfeccionado, y la posibilidad de abrirse a diálogos para entenderlas o exponerlas.

Esto nos ubicó ante el siguiente dilema:
O bien nos manteníamos en que nuestros personajes jugasen en un “sandbox”, o nosotros como jugadores y directores asumíamos el acto de jugar a rol como un “sandbox”.
En el primer caso nuestros Pj harían lo que quisiéramos, con total libertad en un mundo imaginado.
En el segundo, que incluye al primero, nosotros como jugadores haríamos lo que quisiéramos con total libertad en este mundo rolero tan lleno de alternativas maravillosas.
¿Qué creéis que decidimos?

domingo, 8 de febrero de 2015

Ese Momento

Sé que las decisiones son duras, hermano
y que el lamento del fracaso 
puede ser mar infestado
de emociones que perduren 
desde el alba
hasta el ocaso.

No hay acción perfecta, hermano
incertidumbre domina los hechos
por encima de tus manos
momentos desordenados de la cordura inherente
al no ser un ser humano.

Todo te ha llevado aquí, hermano
el sentir de cada paso
no fue un Dios dominante
no te defiendas forzado
si tu destino te aguarda 
¡álzalo esperanzado!
que nadie conoce el fin 
de lo hasta ahora narrado.

No es relevante armonía, hermano 
en este preciso instante
no hay contundente por qué, 
no importa el cómo
ni el sentido, 
ni el aguante.

Pues lo que importa es la esencia
del azar, un dios alado
por eso te pido, calmado
que ante mirada expectante
dejes caer el dado.

viernes, 6 de febrero de 2015

El Símbolo (extracto de novela nacida de jugar a rol)

“El símbolo, tan maltratado en nuestros días, tan incomprendido, es la más incipiente escritura que los ojos de las diferentes naciones han tenido el privilegio de contemplar. 
Más allá de las atribuciones nacionalistas que los pueblos de las diferentes eras han dado a los complejos simbólicos, el Símbolo, nacido de la escritura de la naturaleza, encierra los significados ocultos que dan pie al nacimiento de las creencias y las mitologías, de las religiones y las identidades culturales de los diferentes pueblos. Se manifiesta como una escritura nacida de sí misma, y para sí misma, raíz común del significado que los ojos que lo observen malinterpretarán acorde a la educación que han recibido. 
Es la más oscura joya del conocimiento, siempre infravalorada por los que rechazan todo aquello que no responda a los principios fundamentales de la herencia cultural en la que han nacido. Desconocedores de que la fiel guadaña del tiempo cosechará cuantos documentos acumulan para reducirlos a la fina harina que será transformada en el pan de los sabios del mañana, transmutada ya bajo la incipiente acción de los hornos más antiguos de la existencia intelectiva: El Símbolo.                     
Raíz y destino de todos los significados posibles, el símbolo es la idea originaria que vincula el existir, con el ser. 
¡Hay de aquella nación que olvide su propia ignorancia pretendiendo encadenar  a los símbolos sus significados propios! Pues no quedará de ella más recuerdo del que la ceniza ofrece respecto al esplendor del Fénix que antes fue. 
¡Prevalezca aquella que encuentre en el símbolo el sendero para reconocer la fundamental ignorancia de la existencia que debe caracterizar siempre el amor al conocimiento! Pues éste, el símbolo, es el instrumento de la creación, así como el instrumento del retorno, y no debe dejar de ser jamás la guía hacia lo incognoscible y simbolizado, so pena de creación de religiones y mitos que trunquen el sendero del ser, derivándolo hacia los laberínticos senderos del saber.

Símbolo, simbolizado, significado y creencia son los cimientos de las naciones.
Lo simbolizado es incognoscible, fuente de donde emanan los dioses y los miedos.
El símbolo es el acercamiento hacia lo simbolizado que nos despoja de nuestra idea de nosotros mismos, hacia la experiencia del ser. 
El significado es la errónea interpretación del símbolo de donde nacen las culturas.
La creencia es la fuerza desconocida que nos identifica con lo simbolizado, el símbolo o el significado en función de la pureza de nuestro anhelo hacia la Verdad, o hacia el mundo. 

Tan solo espero de mis viejos huesos que mis descendientes no olviden jamás tan necesarios conocimientos, y no se alejen de la senda que ha sido trazada con símbolos sobre el mundo, pues si así fuese, más les valdría no haber nacido, que condenarse a si mismos al engaño eterno del significado.

Así pues, la experiencia del símbolo es pura e indefinible fuente de no-saber, es la más docta ignorancia a la que puede aspirar el iniciado, manantial del que emanan todas las ciencias y las artes, la única experiencia que transforma al observador en el lienzo de lo que es observado, y aquel que la encarna plenamente es considerado entre nosotros nuestro maestro, hermano… amigo… y Primer Rey.”

Extracto de "Memorias de la sal", de Lim Hear de Azurane

domingo, 1 de febrero de 2015

Sobre la Complejidad


Permitidnos un margen profético para este artículo. Quisiéramos expresar una idea quizá demasiado abstracta como para trabajar fácilmente con ella, y esperamos no explayarnos inútilmente para alcanzarla.
Es sabido por todos que cuando jugamos a rol nuestro cerebro (si así se lo solicitamos) crea una imagen virtual de la partida, gracias a nuestra imaginación. Dicha “imagen” se forma y perfecciona con los datos que el master ofrece del escenario, los personajes y los acontecimientos, pero el (o la) master no detalla por completo cada faceta del entorno, dicha posibilidad sería, salvo maestría descriptiva, un tedio exasperante.
Entonces, ¿con qué rellenamos los espacios vacíos de la descripción? 
Con nuestro inconsciente.
Es fácil razonar que cada uno de nosotros tiene una imagen mental personal y diferente para el termino “mesa”. Sería descabellado suponer que cuando dicha palabra es leída o escuchada por dos personas distintas, si se pudiera proyectar una imagen mental, dichas imágenes del termino “mesa” en sus cerebros coincidieran.
Sin embargo tampoco podemos descartarlo, nuestra tecnología todavía no nos permite una lectura interpretable de las funciones cognitivas de los procesos cerebrales. 
Pero esto, sin duda, llegará.
Nuestro inconsciente rellena el escenario supuesto por el master, y por ello constantemente la partida se ve sujeta a “ajustes” de toda índole, como la cantidad de ventanas, o las dimensiones o colores de los objetos. 
Si la partida tiene cinco participantes, habrá cinco versiones de los acontecimientos de la trama, algo que para muchos (entre los que nos incluimos) dotan de más valor si cabe a la experiencia de juego, ya que lo sucedido en nuestra imaginación es completamente íntimo y personalizado.
Cambiando momentáneamente de sentido, nos gustaría recordar un principio de armonía musical que se denomina “simpatía” o “resonancia armónica”. 
Dicho principio nos expresa cómo un objeto vibrando a cierta frecuencia transmite su vibración a otro que pueda hacerlo de la misma manera, de forma que ambos objetos, vibran igual.
A las personas nos ocurre algo similar, nos sincronizamos. 
Cuando dos amigos caminan juntos, cuando el publico aplaude, y durante multitud de procesos donde la interface cerebro-cerebro se relaciona en procesos inconscientes, dos o más cerebros pueden formar un sistema dinámico libre, como afirman los estudios del Caltech en el área de Psicología experimental, sincronizándose con mayor efectividad cuanto más se entrene el ejercicio de sincronía. 
A esto sumemos ahora el siguiente principio: Somos una raza social. Una de las cosas que nos caracteriza es la empatización de las emociones ajenas. Sentir lo que creemos que otros sienten. Este es el fundamento del estímulo que recibimos cuando disfrutamos o sufrimos al ver una película, porque aunque sabemos que los protagonistas son actores, nos identificamos con lo que creemos que están experimentando.
Esto se debe a la interesante función que las neuronas especulares desempeñan en nuestro cerebro, permitiéndonos aprender de lo que vemos que otros realizan, y dotar de sentido al porqué lo realizan. 
Pero durante la contemplación de expresiones faciales en una película es fácil extraer una traducción emocional. La etología ya nos ha enseñado el importante papel de dichas expresiones para determinar la conducta de quien las recibe. 
Otra cuestión es lo que sentimos al imaginarlas, como por ejemplo, durante la lectura de una novela y, por supuesto, durante una partida de rol.
Gracias a nuestras neuronas espejo sentimos lo que vemos en la pantalla del cine y, por simpatía con el resto del publico, nos sincronizamos en una emoción colectiva con facilidad. Por ello, tanto una película, una novela como una partida de rol se convierten en una suerte de simulación de conductas, emociones, circunstancias y abstracciones. Pero de entre los medios citados, tan solo uno mantiene a los individuos activamente conectados, tanto en sus procesos conscientes, como en su inconsciente.
Por supuesto, es jugar a rol.
Como defiende la Doctora en Psicología de la U.C.A. Gloria Cava (2013), estamos conectados a través de nuestras neuronas espejo. Conectados como sociedad en un mar de conductas y, especialmente, nosotras/os los roleros conectados a través de la pasión que nos causa compartir simulaciones de acontecimientos a través de nuestra imaginación (esta última idea, por supuesto, no pertenece a las ideas de la Dra. Cava)
Pero ¿dónde esta la profecía? os preguntaréis.
Profetizamos, si acaso es correcto, que en algún momento futuro nuestra tecnología nos permitirá proyectar lo que imaginemos, o recogerlo y traducirlo de algún modo en computadoras. Y, llegado ese momento, se descubrirá un proceso de resonancia simpática por sincronía entre los cerebros de los jugadores de rol que sostengan más empatía entre si, en las mesas de juego donde la complicidad entre los participantes sea una substancia cuasi palpable.

Y dicha “corriente” simpática será considerada como un nexo entre los inconsciente imaginativos de los participantes de la simulación. Pudiendo considerar en nuestro anterior ejemplo de cinco participantes que existe una “sexta partida”, con contenido altamente difuso, formada por todas las imágenes, eventos y circunstancias donde el inconsciente de los jugadores se ha sincronizado, ajustando los datos para que fuesen idénticos y creando una trama de partida que, en nuestra libertad filosófica, hemos bautizado (con permiso de Morin) como: la complejidad.