Estos días se ha escrito mucho sobre el recurso de la tarjeta X, con posiciones a favor, neutrales y en contra. Me ha encantado leer tantas reflexiones al respecto. Me ha hecho dudar de mis posiciones y reenfocarlas con apertura.
Es cierto, en mi grupo de juego de mesa, el antediluviano, jamás usaríamos la tarjeta X como método de comunicación de incomodidades. Diría incluso que nos molan las incomodidades. Que las aprovechamos para incitar esas emociones que sabemos que les harán sufrir, vomitar, rechazar y amar la ficción. Y lo haremos afectándonos como personas, claro, no solo como personajes.
También emplearemos el machismo, la misoginia, el racismo, la violación, la esclavitud, la pederastia y la homofobia como ingredientes de nuestras partidas. Y de ningún modo estaríamos dispuestos a que un agente externo se adentrase en nuestra esfera privada de diversión a cuestionarnos lo que ocurre en la ficción. Siempre hemos pensado “no lo entenderían” o “hay tanto que explicar…”.
Nuestras partidas no son para que nadie las vea. No son públicas. No hay invitados. No necesitamos opiniones sobre ellas.
Y no, no hay giro de guión con moraleja. Esto es así. En mi grupo de mesa de siempre somos unos salvajes con la ficción. En muchas de las partidas que hemos jugado el 90% de la gente que me conoce ajena al rol se marearía con las descripciones.
Por supuesto los ingredientes mencionados no son “la clave del plato”, no son el eje de juego ni están presentes siempre. Es solo que nunca se contienen ni se esquivan. Ni eso ni nada.
Al hablar sobre ello concretamos que era nuestra particular forma de encajar la existencia. De manifestarla y crear una falsa ilusión de dominio y comprensión. La ponemos sobre la mesa gamificándola con una crudeza impropia de mentes cabales. Forzamos la máquina. Traspasamos extremos. Desplegamos el cielo y el infierno sin censura en una ilusión compartida que nos maravilla, nos revuelve las tripas y nos sacude por dentro. Todo es mentira. Pero porque es un reflejo de la realidad. Manifestación simbólica de nuestra impotencia ante la crudeza que supura esta vida, un asimilar la idea abismal de que no somos nada ante ella. Todos lo sabéis. Nada de lo que se ha reproducido en nuestras/vuestras partidas de rol, por cruel y sucio que parezca le hace sombra a la realidad.
En la adolescencia estos espacios de falso control y examen del mundo eran una necesidad vital. Explorábamos el mal y sus consecuencias, el bien y sus virtudes, la opresión, el abuso, la traición… seguro que aquellos que me leáis ya conocéis el camino. En la actualidad nuestras partidas son, en gran medida, un espacio social de conexión con aquellos yoes de la adolescencia. Un reencuentro amistoso y privado donde “volver a ser libres” en nuestra ficción.
Por eso las intromisiones no son bienvenidas. Da igual su forma. Como tan solo tengan un mínimo matiz de censura o moralina, nos reímos en el rostro de su concepto. Y si viene acompañado de un argumento sesudo… nos mearemos en sus restos.
Es así.
Dinos que la tarjeta X es una forma de ejercitar la improvisación y le haremos un busto. Dinos que es para trolear al Dj y que sea vea forzado a crear al vuelo nuevos caminos y argumentos y le haremos un templo. Nos entrenaremos en esa mierda como si fuera una jabalina y nosotros el jodido Aquiles obsesionado por ser recordado en la historia.
Dinos que es para “evitar incomodidades” y será la diana de nuestros puñales.
Pero claro, esto es solo válido para nuestro grupo privado de juego, y yo al menos, he roto la exclusividad con dicho grupo. Ahora juego con desconocidos. Gente cuya fortaleza mental me es ignota. Sus historias, sus heridas y miedos son un misterio para mi. Ni siquiera se si desean explorarlos o si lo que ellos entienden como experiencia de juego se aproxima a la mía.
¿Tendrán fobias? ¿Arrastrarán traumas? Si es afirmativo ¿Serán capaces de expresarlo?
Y entonces descubro que hay herramientas sociales para dinamizar estos enigmas. Pensadas para que quienes tengan dificultades para ahondar en ellos, expresarlos o definirlos se sientan incluidos y cómodos en una partida donde soy el Dj.
Descubro el contrato social, veo que se pueden establecer pactos simples antes de una partida, crear campos de seguridad donde los y las jugadoras sientan su comodidad fortificada. Descubro la tarjeta X, descubro que se puede crear un sistema de alerta simple durante la partida para que la ficción no dañe la sensibilidad de gente a la que no conozco. ¿Qué es esto? Es desarrollo e investigación en un área rolera que me resultaba oscura, porque no la necesitaba. Maravilloso.
Aunque al comienzo lo juzgo con dureza. No es broma, comencé juzgando con mucha dureza tanto el contrato como la tarjeta X. Es normal. La juzgaba con la óptica que empleo para mi grupo de juego de mesa. El de siempre. El que comenté antes. También juzgue con mucha dureza a quien no creaba sus partidas, no improvisaba, a quien se guiaba por aventuras escritas por otros, a quien dirigía más de una vez la misma aventura… y alguna cosa más. Ahora lo veo normal. Lastraba la sensación de “yo soy el rol”. “Rol es jugar como jugamos nosotros”. Que bien que descubrir la comunidad rolera me abrió un poquito los ojos ^^.
Veo que mi paradigma no es único. El mundo rolero está compuesto de todo tipo de grupos de juego. Existen las jornadas. Escucho historias de unos y otras de cosas que les han pasado en mesa, tanto en clubs como en jornadas. Voy entendiendo que las mecánicas que facilitan la interacción social son absolutamente necesarias. No todo el mundo es capaz de hablar con naturalidad de sus problemas, o de detalles menores que ocurren en la mesa de juego y que estropean o tiznan la partida. No todo el mundo es capaz de decir “tengo la piel fina, esas escenas me hacen daño”. Es síntoma de debilidad, y hay que ser duros ¿verdad?
Muchos nos acercamos y amamos el rol porque sentimos nuestra identidad disfuncional en la sociedad, exigente y cruda. Lo último que necesitamos es descubrir una sociedad rolera igual de exigente y dura, con máximas como “si no eres capaz de hacer esto mejor que te dediques a otra cosa que no sea el rol”, “es que si en mi mesa de juego no se es capaz de hacer tal cosa, yo le digo que se aproveche su tiempo y se vaya a otra mesa”, “esto del rol es social, sino eres capaz de hablar de…” Wooow. Frenemos. Estamos a tiempo.
Cuando leo frases así me recuerdo poniendo a gente que no conozco la vara de medir de “yo soy el rol”. Es la vara de mi grupo privado. Solo vale para mi grupo privado. Fuera de dicho grupo es solo una parodia vergonzosa, una ideología caduca adolescente que requiere una severa actualización. Nadie es el rol, y nadie puede determinar nada sobre otros grupos de juego.
“Si no eres capaz”= si no cumples mis requisitos= si no tienes mi nivel= si no pasas el filtro de mi ego = EGO
Pero curiosamente quienes sostienen estas frases tan impactantes y exigentes no parecen percibir la contradicción implícita en ellas. El rol se basa en empatías, y ellos no empatizan.
No se puede aplicar al rol en general preceptos que son solo válidos para un grupo de juego privado.
Si monto una partida en unas jornadas roleras me siento TOTALMENTE responsable de esa mesa. Por supuesto se que existen límites. Pueden aparecer un gilipollas o una gilicoños y mandar a la mierda la partida sin que yo pueda evitarlo. Reconozco que la tensión de que eso sea posible es parte de la diversión. En cualquier caso, y aceptando las limitaciones, me siento responsable.
Por experiencia se que tocar un poco de contrato social antes de una partida de jornadas mejora la predisposición de todos y nos da un impulso brutal a la hora de lanzarnos a la diversión. Solo con decir “hey, sentaros aquí no os obliga a quedaros 3h, puede que mi forma de dirigir no encaje con la vuestra de jugar. Si es así sentíos libres de levantaros y marcharos en CUALQUIER momento, que las jornadas son breves y hay que aprovecharlas a tope”, nos relajamos todos.
Arriesgado ¿no? No. Realista.
La tarjeta x funciona de la misma manera. Se emplea como un amortiguador escénico. Los jugadores no saben a qué escenas les voy a enfrentar y yo no conozco su sensibilidad a dichas escenas. Antes de comenzar les advierto. “Es posible que el contenido de la partida sea fuerte. Muy fuerte. Como no os conozco voy a poner esta tarjeta en esta parte de la mesa, y si veis que en una de las escenas yo o cualquiera de nosotros nos pasamos de explícitos y nos sentimos incómodos, se señala la tarjeta y la escena que sea se reinterpreta reduciendo su descrición y pasándola por encima. No hay por qué que dar explicaciones de ningún tipo, y así no paramos la partida. Si os apetece explicar porque en una escena habéis señalado la tarjeta, lo hacemos al final. Y si no os apetece no hay porque hablar de ello ni un poquito. Por mi como si queréis señalarla solo para ver cómo funciona”.
¿Qué aporta esto?
1—Les advierto de lo hardcore que puedo llegar a ser. Que es mucho. Luego no podrán decirme que soy un jodido enfermo. Están advertidos.
2—Les suministro una herramienta efectiva que actúa como “Zona segura” ante esa dureza. Gracias a ello podrán relajarse, jugarán con más seguridad, cosa que nos beneficia a todos. Un jugador cohibido ralentiza la partida, preocupa al Dj y afecta al resto del grupo.
3—Aumenta el estado de alerta del Dj, creatividad, improvisación y tensión. Asumo que si se emplea la tarjeta X se está predispuesto a esta experiencia.
He leído un par de ejemplos de uso de la tarjeta X que me han resultado blandos en general, como el que propone Pedro de dejar de fumar y la ansiedad de una escena. Asumo que este en concreto era un ejemplo de que no solo es para escenas críticas o violentas, sino para cualquier tipo de incomodidad. Pero aun así me resulta blando.
Por ello, pondré 10 ejemplos rápidos de escenas que pueden ser incómodas y donde la tarjeta X puede definir que la partida siga, se cierre o se enquiste.
- Como Dj tengo un pnj que es un ligón y coquetea con el PJ de tu novia, que está sentada a tu lado. Nuestras miradas al interpretar despiertan tus celos. Celos que no quieres ni admitir ni soportar.
- Como Dj tengo un pnj que es un ligón y coqueteo contigo. Te incomoda porque eres un hombre y no llevas bien que un tío te mire como yo te miro, porque te follaría a saco y me lo ves en la retina. Quizá lo acabas de descubrir.
- Como Dj tengo un pnj que es un ligón y coqueteo contigo. Te incomoda porque soy un machista de mierda que cree que las mujeres están a su servicio y que ser un galán decimonónico es sinónimo de elegancia irresistible. Estás hasta el coño de vivir esto cada día en todo tipo de momentos. No lo necesitas en el rol. Ni siquiera es original.
- Como Dj describo como dos perros están destrozando a un niño a mordiscos. Describo la impotencia de los presentes en la escena. Describo bien. Eres padre/madre y la mera idea para con tus hijos te revuelve el estómago. ¿Por qué pasar por esto en el rol?
- Como Dj doy libertad absoluta a los jugadores y ese tío de ahí, que no conoces de nada ha decidido que debe ser divertido que su personaje bárbaro viole a tu personaje elfa. ¿que bien, no?
- Como Dj doy libertad absoluta a los jugadores y ese tío de ahí, que no conoces de nada ha decidido que debe ser divertido que su personaje bárbaro viole a al personaje elfa de esa otra chica que tampoco conoces de nada. Ella intenta fingir que no le importa. ¿Nadie se da cuenta? Yo sí. NO quiero conflictos ni explicar lo que debería ser evidente. ¿Qué tengo? La tarjeta X.
- Mi madre tiene cáncer. Está pasando por la quimio y en la partida el Dj introduce escenas relacionadas con ello: cáncer, familia, espera, hospitales… Eso también en el rol no, por favor.
- Como Dj tengo a un pnj que ridiculiza, trivializa y desprecia el suicidio. Ese jugador ha sufrido un intento de suicidio. El hermano de aquella otra se ha suicidado. No he venido a llorar.
- Como Dj tengo un pnj que desprecia a los gordos/síndrome de down/calvos/gays/impotentes/autistas/tartamudos… y tú o tu hijo/pareja/familiar lo es. La asociación de desprecios colapsa tu estado emocional y el Dj te dice ¿qué haces?
- Esto va de esquizofrenia y del acercamiento a la locura. De poner en duda la identidad y la información de los sentidos. Y ese jugador convive con una inestabilidad mental moderada que vibra y se estimula con la partida. No está cómodo. No puede disfrutar. No ha venido para esto.
La tarjeta X se impone sobre la ficción, no sobre el comportamiento interpersonal. Con ella no podemos controlar cosas como que un jugador interrumpa constantemente a los demás, el llanto de los niños o que otro jugador coma los nachos con la boca abierta.
La esencia de la tarjeta X se resume en amortigüar el encuentro de datos desconocidos y de sensibilidades desconocidas. El encuentro entre la ficción y la exposición de las emociones de los participantes. NO indica debilidad por parte de los jugadores, NO indica que la partida preparada por el Dj sea mala o incompleta y NO indica que los participantes sea inmaduros. Solo indica que los participantes no se conocen entre sí, y que se preocupan por la comodidad de esos desconocidos con los que están a punto de compartir una de las aficiones más importantes de su vida.
La tarjeta X es una herramienta que empodera a los participantes de la mesa sobre la ficción. No amenaza la ficción ni reduce el poder del Dj. No altera la trama ni transforma el escenario. No vale para eliminar elementos como serpientes, agujas o acantilados, porque no es un sistema de regulación de la trama.
Si una Dj la emplea es porque acepta la volubilidad de la ficción y la pone por debajo de la comodidad emocional de los participantes. Acepta que la ficción de la partida es compartida, no pertenece a nadie. Y por ello su intensidad debe ser determinada por el conjunto, independientemente del estilo de juego, sea oldschool, indi o lo que sea.
La tarjeta X no sustituye al contrato social, y viceversa. Son complementos para mejorar la concordia entre jugadores. Uno previo a la partida y el otro durante la partida.
¿Se puede emplear para trolear al Dj? Sin duda. Como tantas otras cosas propias del rol, desde los puntos Fate, al “soy caótico neutral” o el “mi personaje lo haría”. Lo cierto es que se puede ironizar sobre ella con mucha eficacia, dado que como instrumento de concordia depende de la complicidad de la mesa. Si la complicidad se cambia por acidez, la tarjeta x es una puta broma sin sentido.
Resumiendo:
- Jamás emplearía la tarjeta x con mi grupo de juego tradicional, salvo como experimento de dirección.
- Tampoco la usaría con los grupos o personas con las que suelo jugar online. Nos conocemos lo suficiente como para disfrutar charlando de lo que nos molesta o incomoda.
- En jornadas de rol es una muestra maravillosa de implicación en el disfrute de todos.
- La tarjeta no regula la relación entre jugadores. Sí la ficción que hace de puente en la relación entre jugadores.
- Su función principal es amortiguar el posible impacto dado entre la dureza de algunas escenas y la sensibilidad de participantes desconocidos.
- No altera la trama ni los escenarios, altera la intensidad, la descripción explícita.
- No sustituye al contrato social, lo complementa.
- Que la tarjeta esté sobre la mesa no significa que se emplee, solo que PUEDE emplearse.
- Usarla no te hace un mejor Dj. No usarla tampoco. Solo define las inquietudes sociales de quien la usa o la rechaza.
- Despreciarla sin argumento te describe de forma poco empática con la multitud de posibles grupos de roleros que desconoces.
- Depende de la complicidad, como el rol en sí mismo. Sin eso carece de función.
- Necesita un acuerdo previo de uso que quede claro para todos.
Mi opinión personal como conclusión: la emplearé en jornadas para comprobar su efectividad. A simple vista me parece una herramienta MUY BUENA aunque tengo la sensación que es un paso incompleto todavía hasta llegar a otro tipo de acuerdos, aún desconocidos y mecanizados. Me gusta que haya quien sienta inquietud por este tipo de herramientas, y gaste energía y tiempo en diseñarlas.
Espero que os haya valido para algo esta reflexión. Rajad de esta entrada sin contemplaciones.
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