jueves, 30 de julio de 2020

Angustia vital, vida familiar y juegos de rol.

Últimamente debatimos sobre cosas como la <<sesión cero>> en las partidas de rol o sobre si debe ir primero la ficción o las mecánicas. Son debates que señalan la necesidad de conciliar las experiencias en el grupo de juego como primer paso para evitar roces y conflictos indeseables.


Suelo escribir sobre las bondades y maravillas de los juegos de rol, y lo seguiré haciendo, pero hoy no. Hoy voy a escribir sobre cómo el rol ha empobrecido mi vida y cómo he cometido graves errores por ignorar la sesión cero que viene antes de la sesión cero. 


Compatibilizar rol y familia; rol y estudios; rol y vida.


Recuerdo, de pequeño, observar a mi abuela desgranar el maíz en la cocina de su casa en Salcedo, Galicia. Sostenía con una mano una mazorca madura, amarilla, y con la otra una pieza de madera llamada “vimbiero”. El vimbiero es un trozo de roble pequeño, cilíndrico y pulido, semejante a una maja de mortero, con un extremo en cruz que se usa para separar las vimbias en cuatro secciones. Las vimbias son los brotes jóvenes de sauce, varas largas y anaranjadas, flexibles, que se emplean para atar las viñas y para enderezar a los jóvenes.



Mi abuela se sentaba en un banco de madera y se pasaba desgranando maíz durante horas. La mayoría de las veces empleaba el vimbiero, otras el corazón de una mazorca ya desgranada que frotaba con fuerza contra las mazorcas maduras para que se desprendieran las semillas de maíz en un cesto de mimbre. Recuerdo observarla con la sensación de que no solo desgranaba maíz. Con la sensación de que también desgranaba sus pensamientos o su pasado.


Su vida estaba llena de pequeños ritos como ese: desgranar maíz, separar las vimbias, pelar las cañas (para atarlas en las líneas de las viñas)… Yo los veía como una pérdida de tiempo. Tenía que ayudar cuando se me decía y, para mi, las mazorcas, las cañas o las vimbias se me antojaban infinitas.


En una ocasión le dije a mi abuela que hacer todo aquello me parecía aburridísimo y ella me respondió:

––Sabes qué Siriño, as cousas hay que facelas. i hai cousas da finca que non se fan por facelas, fanse porque se fan xuntos


Que en castellano sería más o menos así:

––Sabes que, Sirio, las cosas hay que hacerlas. Y hay cosas de la finca que no se hacen por hacer, se hacen porque se hacen juntos. 


Por descontado lo que yo quería era irme a jugar, a ver la televisión o al pantano cercano a casa donde solía pasar las horas muertas subiéndome a los árboles. Era demasiado niño como para entender <<


Xuntos

––"Para saber estar xuntos hay que saber estar solo". Otra gran frase de mi abuela.


En la sesión cero el grupo de juego se pone de acuerdo en a qué experiencia quieren jugar, temas que no se quieren tratar, reglas caseras que se vayan a usar y cosas semejantes. Es un debate horizontal sobre “de qué va a ir la partida”.


Cuando hablamos de si ficción primero o mecánicas primero valoramos si el aspecto narrativo (ficción) va a tener una influencia determinante en las mecánicas (cómo te narro lo que hace mi personaje afecta los dados que tiro) o si las mecánicas (los dados que tiro y sus reglas) son las que afectan a lo que puedo o no narrar después de ser ejecutadas.

Resumido sin profundidades, por supuesto.


Siguiendo esta reflexión descubro que he descuidado una “sesión cero previa a la sesión cero”, y que el “ficción primero” se me ha escapado de las manos hace años.


Paz, serenidad, felicidad son palabras de un inmenso poder. Lo son en soledad y lo son aun más cuando se sienten


Yo vivo el rol como una pasión de arrastre, esto me lo ha indicado mi psicólogo. Si me despisto devora mi tiempo restándoselo a todo lo demás. En algún momento del pasado asumí que el rol era a lo que quería volcar todo el tiempo que tuviera disponible. Fue una huida hacia adelante. El rol me salvó de ciertas circunstancias muy oscuras y, como salvador, me aferré a él con todas mis fuerzas. 


Por jugar a rol he abandonado estudios, parejas, trabajos, higiene, alimentación… a mi mismo. Me he abandonado en la ficción. La ficción iba primero. Esta fue una conducta adolescente ––y post–– de la que me enorgullecía. El problema es que de adulto, al mirar atrás, ves el terreno devastado. La ficción solo existe en la ficción. De mazorcas de maíz ficticias solo nacen plantaciones ficticias. Te puedo llevar a ellas si me dejas, será divertido, pero nunca podremos asarlas a la luz de una hoguera real. Todo lo que hagamos allí, se queda allí.

Durante mucho tiempo me devané los sesos con cómo mantener una vida equilibrada entre tiempo para jugar a rol y desarrollar mi vida familiar, creyendo que la solución era una distribución de tiempos justa. Que era solo eso, establecer horarios.


Horarios.


Horarios significa hago: “esto y esto y a cambio dedico este tiempo y este otro al rol”.


En mi cabeza sonaba como: 


––El rol es mi pasión y es normal que defienda el tener tiempo para ello. Hay cosas que hacer en casa y debo

 

Claro, escribir aventuras, dirigir partidas, hacer videos ––virgen santa la de tiempo que se come esto––, estar activo en redes sociales, leer tendencias, hablar con gente, escuchar ofertas, ofrecer proyectos… Seguro que me da tiempo. A cambio solo tengo que hacer estas cosas de aquí que están en el reparto de tareas.


No.


Por un lado no me da tiempo. Siempre quiero más tiempo, es una pasión de arrastre, lo diga o me lo calle. De hecho es peor callárselo, crea una tensión silenciosa y emergente muy desagradable para quien te acompañe en la vida.


Por otro lado crea una falsa sensación de medio y fin. Hacer ciertas cosas (tareas de casa) son un medio para llegar a un fin (tiempo de rol). Y eso tiene un grave componente depreciativo sobre lo que se hace


Crear videos y estar atento a su repercusión. Dirigir partidas y estar atento a su aceptación. Preocuparme por tal o cual asunto, drama o novedad. Tener rápidamente una opinión sobre tal cuestión en la que no habías pensado jamás. Cagarla con tu opinión impostada de mierda y desarrollar una explicación que justifique la confusión. Ver contenidos de otros/as, leer manuales o entradas, reflexionar en teorías, en partidas, en escenas… ¿se puede hacer todo eso sin llenar tu vida en exceso? ¿dejaré de jugar al tenis, de tocar la guitarra, de pintar, de cocinar, de hacer senderismo poco a poco hasta que el rol devore el resto de actividades que me hacían feliz?


Eso me ha pasado a mi. Pero tras un velo de aparente control sobre la situación.


Y cuando el rol fagocita las cosas que me hacen feliz, mi felicidad depende del rol. 


Eso es empobrecerse. Es apostarlo todo al rojo. Es un error.


Así establezco un ciclo viciado y peligroso.


Soy un tipo que tiene una innata necesidad de reconocimiento. He luchado contra ella considerándola un síntoma de vanidad y egolatría durante toda mi vida. Disimulándola, pisándola, negándola. Todo ello tiene raíces filiales y de relaciones paterno-afectivas, lo sé. Y se manifiesta en las cosas que me importan. De esa pugna nacía una tensión de inestabilidad horrenda que me lleva marcando desde hace años.


Ahora veo que mi sensación de inferioridad perpetua tiene más que ver con no saber valorar el desgranar mazorcas


¡Pero insisto en establecer horarios! ¡Claaaro! Esa debe ser la solución. Todo está bajo control, solo hay que organizarse. ¿Cuantas horas dedico a la semana al rol en conjunto? ¿Y si sumamos las mentales? ¿Consultando redes sociales? Yendo al trabajo, paseando, comiendo…


Durante años me he sentido impotente pensando que debía seguir desarrollando virtudes, acumulando reconocimientos y mejorando habilidades porque esa era la forma de dejar de sentirme como un fracaso.


El problema no es distribuir los tiempos, el problema es erradicar mi machismo.

El problema no es hacer horarios, el problema es mi higiene mental.

El problema no es hacer x cosa rolera mejor para tener “mayor reconocimiento”, el problema es que amo leer novelas y no lo hago.


Que me apasiona tocar la guitarra y no lo hago.

Que me apasiona cocinar y no lo hago.

Que si me gusta tener mi casa limpia, me tiene que gustar limpiar mi casa.


Revisar las bases. Enriquecerme con cosas que me hacen feliz y que en algún momento dejé de lado sin darme demasiada cuenta. Quitarle peso al rol. No es tan importante. Ni las partidas lo son, ni los videos, ni mis opiniones y mucho menos un canal o una identidad en redes.


Ahora disfruto más jugando a rol sabiendo que me esfuerzo en localizar machismos instalados.

Dejar de ser un machista me hace feliz.

Ser un compañero genuino me hace feliz. 

Ser un padre bueno me trae paz.

Pirograbar madera me trae paz.


Mi vida se completa de otros elementos equilibrando el conjunto. 


¿No ves la relación? Está todo importantemente relacionado. Las bases de mis inseguridades  y de mi ansiedad son vitales, no roleras. Desde el rol no tienen solución. No hay nada que pueda hacer, roleramente, para curarlas, satisfacerlas ni siquiera aliviarlas.


Tengo menos tiempo para el rol pero el tiempo es más auténtico. 

No quiero más tiempo para rol. 

Quiero pasear por la playa. 


No tengo el rol en la cabeza cuando estoy dando un paseo con mis hijos. 

No tengo dilemas morales sobre si el reconocimiento es bueno o malo, si buscarlo es un fin o algo emergente.Y si estos dilemas o pensamientos vuelven a aparecer ya no busco la solución en el rol, la busco en mis bases. 

Ya no establezco horarios, aprendo a disfrutar con mis responsabilidades. 


Solo me ha llevado veinte años esta mierda. Si a ti te pasa algo parecido, no tardes veinte años, no merece la pena. Enriquece tu vida y quita fuerza al rol a todos los niveles. Equilibra las bases. Desconecta un poco.

 

Cuando dejo de luchar por que el rol tenga un espacio en mi vida y por “ser alguien" en el rol, aparece un espacio sano para el rol.


Mi sesión cero comienza a ser importante. La ficción no va primero. Las personas van primero. Mi familia va primero. Mi vida primero.











23 comentarios:

  1. Una entrada muy personal. Espero que todo vaya mejor ahora.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Es una entrada increíble
    Mucho ánimo ^^

    ResponderEliminar
  3. Jo Sirio fue muy bonito lo que escribiste, he pasado por etapas en que iba a fuego con una cosa y al final me quemaba, llegaba a considerar molestias a mi familia y amigos, aun estoy buscando ese equilibrio entre las bases y las pasiones.
    Cuídate mucho.

    ResponderEliminar
  4. Me he identificado mucho. Un gran abrazo.

    ResponderEliminar
  5. Gran entrada. Admiro que tengas la claridad mental para darte cuenta de cuánto importaban esas mazorcas y seas capaz de ponerlo por escrito.

    A mí me sigue costando tener esa claridad en mi día a día, sólo la consigo a posteriori. Me he acostumbrado a tener siempre algo que arrase con el resto de mi vida, ya sea el rol, sea escribir, ver alguna serie... lo que sea; siempre hay algo que destruya el resto de forma compulsiva.

    Es reconfortante ver cómo gente que admiras (tú, en este caso) ha sido capaz de reinventarse de forma sana o, al menos, mantenerse firme en intentarlo.

    Un abrazo!!

    ResponderEliminar
  6. No en todo, pero si en una parte de lo que presentas me veo reflejado. Ahora mismo, lo que me hace feliz es luchar por tener una novela escrita para que mi padre la pueda leer. Me hace feliz leer y como tu, estar con mi familia, no prestarles atención.

    Ánimo y suerte con el camino escogido.
    PD: yo estoy intentando aprender a tocar la guitarra.

    Saludos

    ResponderEliminar
  7. Gracias! No sabes cuanto me ayuda lo que has escrito.

    ResponderEliminar
  8. Ya te he comentado por Twitter (soy Néstor) pero, pensándolo, veo que yo también he sentido algo parecido en algún momento, lo que pasa es que he tenido capacidad para reconducir. No me gusta cuando me agobia jugar a rol porque es mi pasión, como en tu caso. Y si eso llega a ocurrir es fallo mío y tengo que replantear.

    Para que te hagas una idea, yo he aprendido a "parar" y replantearme cosas éste año. 35 tacos, ¿sabes? Así que bueno, no estás sólo ^_^

    ResponderEliminar
  9. Me he sentido muy identificado. Muchas gracias por compartirlo!

    ResponderEliminar
  10. Conecté a nivel muy personal, una lágrima se asomó, y yo he estado en etapas iniciales de esto.

    Gracias por escribir esto, siento que me ahorrarse varios años.

    ResponderEliminar
  11. Uf, tuve una sensación parecida, yo llegué a decir que "esto de jugar a la vida no me deja vivir el rol".
    Hasta que u. Día, decidí "jugar a ser yo en el mundo real"... Y fue toda una aventura

    ResponderEliminar
  12. ¿Os habéis fijado que desde que volcamos nuestros pensamientos en blogs y foros este tema de la obsesión y los juegos de rol es algo relativamente común? Esto de mantener el rol de forma inconsciente, pero constante en el pensamiento, estar fijandote en cosas que puedas aprovechar para una partida (una frase, una cara, un paisaje, una situación...) o el exigirte preparar tal o cual cosa por si acaso. Yo diría que entre los que acostumbramos a dirigir partidas, al menos, es relativamente común.

    No sé cual es la solución, pero a mí me reconforta un poco pensar que no estoy solo con mis demonios personales :)

    ResponderEliminar
  13. bueno, mi reflexión.
    https://elrincondemisfrikadas.blogspot.com/2020/07/sobre-la-entrada-de-sirio-y-las.html

    ResponderEliminar
  14. Siempre es reconfortante leerte, hoy más. Un abrazo

    ResponderEliminar
  15. Gracias Sirio por compartirlo, a muchos nos servirá para mirarnos en tu espejo.

    ResponderEliminar
  16. Siempre fui la persona más rolero-apasionada de mi entorno, y saber de otros tanto, o más, apasionados resulta a la vez un consuelo y un estímulo. En cualquier caso creo injusto convertir el rol en la definición, y motivo, de esos males que tantos sufrimos. Pienso que los identificados con tu discurso compartimos un tipo de sensibilidad, de espíritu ( inquieto, creativo, apasionado, imaginativo...), que terminó enfocado en el rol. De no existir el rol en nuestra historia vital, hubiera sido la filosofía, la escritura, la pintura, el pensar con las manos en la espalda o cualquier otro ámbito creativo-imaginativo el que nos hubiera absorvido el seso, al que deberiamos haber combatido y puesto en su sitio para que no nos devorase. ¡Antes de Gigax ya existían los espíritus apasionados, creativos y absorvidos por su ansia creativa! El rol no "es" ni deja de "ser" nada, siempre somos "nososotros". :)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Totalmente de acuerdo. El rol me salvó la vida, eso lo tengo más que claro. Y las alegrías que me ha entregado son incontables. Ha sido todo mi propia actitud, mi obsesión, la culpa no es del rol, es de cómo yo lo he enfocado en muchos aspectos.

      Eliminar
  17. Excelente, me siento identificado. Gracias por tu solvencia emocional

    ResponderEliminar
  18. Como muchos otros, me siento muy identificado... Yo también soy un padre y marido que lucha por tener los pies en el suelo ;)

    En este aspecto, hay una definición del Zen que me ayudó mucho: "Zen: el arte de hacer lo que se está haciendo", y que intento aplicarme cada día.

    Gracias y suerte!

    ResponderEliminar
  19. Sólo hay una cosa que me alegra al ver que de un tiempo a esta parte estás más ausente.
    Esa cosa es pensar en que estás presente en lugares más importantes.
    Un abrazo!

    ResponderEliminar

Otras entradas

Si esto te mola...