sábado, 5 de mayo de 2018

Sé malo o tu partida no tendrá sabor.


El mundo, así en general, es una verdadera mierda. No el planeta, ni la naturaleza, sino el mundo. Y es una mierda porque hay personas de mierda. Esto es, probablemente, lo más irrefutable que se escriba nunca en este blog. 

Las personas de mierda no lo son por su poco valor, entiéndase el eufemismo, lo son porque, de hecho, tratan a los demás como una mierda. Estas ambigüedades nacen de emplear terminología tan ambivalente como la que se oculta tras el símbolo de la mierda. 

¿Quienes son?

Egoístas sin escrúpulos que determinan el futuro de miles de personas con decisiones económicas. Rateros que no sienten dilema al tirar del bolso de una vieja y dejarla caer con todo su peso sobre su cadera envejecida para, no solo dejarla sin su pensión de mierda de ese mes, sino abandonada en la acera con una cadera rota. Bastardos que pegan a quien dicen amar por laberintos cerebrales que deseo analizar, sí, sobre el metal de la bandeja de autopsias.

Gente mala.

Malos como quienes odian a una raza. Y desean su exterminio. Como quienes mandan a un batallón a la muerte para tantear una linea de suministros. Como quienes determinan que se aumente el impuesto del frío triplicando el valor del gas natural y permitiendo que en cinco países miles de desfavorecidos se congelen en sus casas, incapaces de afrontar las facturas del calor.

El abanico de la maldad humana es amplio. Toca todos los estratos sociales y una ingente cantidad de intensidades. Sus motivaciones pueden ser tortuosas o muy simples. Desde el puro placer personal a la justificación que entrega un bien mayor, como la palabra de Dios.

No podemos permitirnos personajes antagonistas en nuestras partidas que no estén a la altura de la maldad humana. 

Hemos de hacer personajes cuya motivación interna sea tan fascinante como vomitiva, cuya mente u objetivos sean tan hediondos como iluminados. Malvados verdaderamente complejos y oscuros o deliciosamente ambiguos, de esos que cuando te expresan porque hacen lo que hacen… te siembren la duda.

Uno de los focos de nuestras aventuras roleras son ellos. Y son una jerarquía que debemos dominar como Dj. Comprender su maldad y ponerla a nuestra ficticia disposición.

Ya he visto en demasiadas partidas que cuando los Pj detienen a un PNJ que estaba haciendo algo malo, este tiene una justificación "razonable" detrás de sus acciones que lo libera del peso de la maldad. "Roba por comida, mata por extorsión, es cruel porque la ley de la calle le ha curtido, asesina porque se lo ordenan, es un Rey tirano porque sus consejeros lo confunden… "

¡BASTA!


Haz personajes malvados de verdad.

De los que matan por codicia, de los que hacen sufrir por racismo y se divierten, de los que se enriquecen sabiendo que en sus fábricas hay niños esclavos trabajando entre toses, de los que matan al último rinoceronte porque su cuerno tiene un valor enorme… y porque no le importa una mierda. 
De los que contaminan, y lo saben, saben que los lugareños beben el agua de los pozos, que están muriendo, y no les importa. Les importa el coltan, les importan los diamantes, no las personas. De los que venden a personas para ser esclavos toda su vida, de los que tratan a niños y niñas como cosas… Interprétalos, Dj, hazlo para que tu partida de rol tenga sabor a la fea y sucia realidad. 
No son histriónicos y absurdos personajuchos de discursos evidentes. Son comunes, pero distintos. No son demonios, poseídos ni están locos. Son malvados. No son monstruos y, a la vez, son los monstruos más horribles 


Pero sobre todo hazlo para que tu jugadores sientan la necesidad de eliminarlos, para que sus Pj y la historia que transcurre en su mundo les obligue a implicarse, para que no soporten ni un minuto más que uno de esos seres malvados siga existiendo en el mundo de ficción en el que meten su mente y sus emociones.

Sé malo, y los PJ de tus partidas vivirán el desafío y su conclusión como una catarsis épica. Desde sus Pj, lucharán de verdad por derrotarte, y cuando lo hagan, si lo consiguen, habrán modelado vuestro mundo de juego a través de la pasión, haciéndolo suyo.

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