miércoles, 9 de mayo de 2018

Esas gloriosas escenas de mercadillo

Toda ciudad de fantasía que se precie tiene su mercadillo de objetos extraordinarios. La clase de lugares donde,si el azar les sonríe, los Pj pueden encontrar maravillas a precios ridículos o objetos inútiles a precios absurdos si el dado tiene un día complicado.

Por descontado no hablo de las tiendas de magia de impecables carteles, ni de las herrerías donde se aprecian lujosas espadas en las paredes, rodeadas de todo tipo de armaduras y armas “reglamentarias”. No. Hablo de las trastiendas de las trastiendas; de los mercadillos a los que se accede por túneles o atravesando aquellas cortinas del fondo, donde se acaban las columnas de cestas de mimbre.


La clase de lugares donde solo llegan los que saben llegar. Donde los Pj acaban tras perseguir a un raterillo que les ha hurtado unas monedas, o tras hacer el contacto adecuado en los callejones… o quizá lleguen tras seguir su instinto, callejeando, porque en realidad uno de ellos, pertenece a las calles.

¿Qué me gusta especialmente de esos lugares?

Me gustan los enredos, los conflictos y lo encuentros, pero sobre todo… me gusta el regateo de fortuna. De lo demás quizá halemos en alguna otra ocasión. Vayamos a lo último.

El regateo de fortuna es eso que ocurre cuando los Pj buscan joyas ocultas en uno de estos mercados. Por supuesto son en realidad los jugadores los que buscan, algo impecable, dado que el regateo de fortuna es una de las más honestas y antiguas formas de metajuego que conozco, y es maravillosa. Por ello los Pj… solo están echando un vistazo distraído, cuando los jugadores SABEN que tienen opciones de encontrar algo que cambie por completo el paradigma de la escena, la partida… o incluso la situación política global.

Estos momentos de fortuna trascienden las tablas y a los inventarios de los manuales, son pura negociación entre master y jugador, y se rigen tan solo por el azar. El jugador dictamina que su Pj “echa un vistazo a ver que encuentra” y el Dj le solicita que lance un dado, a cuanto menos mejor (yo suelo pedir 1D10). 

Si sale un 0 (=10, lo peor) se lleva una joya de la ostia. 

Entiéndase:

  • Una espada con filo de iridio y núcleo de acero carmesí, mango de hueso de Kuokko y una facultad mágica acojonante: aumenta la dificultad en +1 a todo aquel que luche contra ti… la tengas o no desenvainada en las manos. La ostia, vaya.
  • Un medallón aparentemente bisutería, pero que sin lugar a dudas es un valioso talismán mágico. De la cultura Kirdan probablemente. Lanza bolas de fuego explosivas que se dominan con la mano en el aire hasta 120m de distancia antes de explotar.

Ji. Eso digo yo como Dj, y eso deben creen los Pj. Pero los jugadores y yo sabemos que es un 0, y que por tanto el objeto es un problema de nivel <<Pufff tío que cagadaaaa>>. De hecho, en muchas ocasiones les pido que vuelvan a tirar, para ver grados de pifia. Y si sale otra vez un 0, un 9 o un 8… ¡Oh azar glorioso! El problema de nivel 100 gana un nivel superior y se transforma en una excusa para que la partida pueda dar un vuelco en cualquier escena. Eso, amigos y amigas, es un momento de la dirección de juego maravilloso que os deseo.



Si sale un 1 (lo mejor) se llevan un objeto alucinante. Pero alucinante de verdad, aquí no andamos con medias tintas.

  • Un colgante que permite ver a través de las paredes y que, en las noches de luna llena, también permite atravesarlas.
  • Una piedra roja.
  • Un fragmento de astilla metálico que siempre apunta hacia el ser más poderoso presente…y le resta 2 niveles a TODO lo que sea y tenga.

O cualquier locura que se me ocurra en el momento. Y se me ocurren muchas. 

También puede, si se da el caso, lanzar otra vez el dado (algo que solo hago con 0 y 1, para tantear superpifias y supercríticos) y, en caso de que le salga otro 1 fliparnos todos juntos (solemos estallar si esto pasa. Y pasa.). Y aún lanzar otra vez a ver si vuelve a salir ¡otro 1!

¡¿Qué podría aparecer?! 

Este es el momento en que el jodido Bilbo encuentra el anillo único. El momento en que Juana de Arco sobre el prado ve brillar una espada. El momento en que una daga de latón forjada de restos de un meteoro llega a manos de Himmler. Es el momento en que el destino manda al carajo la partida, y lo reconduce todo en una nueva dirección. Porque ¡sacó tres 1 seguidos! El jugador lo sabe, la mesa lo sabe, yo lo se… ¡pero el Pj no tiene ni puñetera idea!

Y ahí comienza el regateo.


Porque mi dependiente pide 100, y es ilógico que por esa piedra roja, que no es más que una vulgar piedra roja cualquiera, se pague más de 8. Pero todos en a mesa quieren esa piedra, por eso revisan sus hojas a ver cuanto pueden sumar. Es delicioso. Es metajuego. Es diversión.

¿Cómo llegó ahí esa piedra roja tan poderosa? os preguntareis. Una pregunta válida tanto para los resultados buenos como para los desastres supercríticos… ¡Ah! Esa es toda una historia maravillosa que pertenece a PJ dirigidos por otro director de juego en otra mesa rolera, a los que nunca jamás conoceremos. Por sus desdichas y desventuras, la piedra cayó ahí, disimulada entre la bisutería más marrullera de un mercaducho de tres al cuarto. 

Quizá un alguien quiso robar a quien no debía y, al huir, debió dejarla en el primer sitio que encontró. Quizá un hechizo de destrucción de ese objeto maldito no salió bien y la dichosa cosa hizo un viaje interplanar para acabar ahí. Quizá hay un demonio poderoso observando como el objeto en cuestión vuelve a la circulación y quizá el objeto lleva de mercado en mercado los últimos 250 años hasta que, el destino en forma de tu mano, lo rescató del olvido.

Quizá todo eso tenga peso luego, cuando me lo piense, y venga meteros en más líos (fijo), más encuentros (cómo no) y más desafíos (de niveles superiores)... por ahora son elucubraciones. lo importante es ver cómo se regatea para comprar la cosa en cuestión.

Para mi es un disfrute maravilloso sentir que toda la partida o campaña pueda verse afectada por tiradas al azar de fortuna en un mercadillo misterioso. Bien sea bajo las telas aglomeradas de una curtidería clandestina en una ciudad flotante, o en medio del desierto, en una concentración de tribus libres que se guarecen del calor entre sus tiendas del oasis. 

Si… esos gloriosos momentos de mercadillo. Os aseguro que he llegado a crear ciudades completas solo para poder dirigir eventos de mercadillo. Una de las formas de metajuego más divertidas y fructíferas que existen.

¿Y tú, qué es lo más flipante que te has encontrado en un mercadillo en una partida de rol?

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