domingo, 27 de septiembre de 2015

Sobre… ¿dosis?

ADVERTENCIA: Advertimos que este artículo…  texto canalizado, inspirado o como se llame a esta cosa que hemos hecho debe ser leído con el mismo tono que el conjunto de voces que nos lo dictaron al oído. Lease: la hormiga gorda de “El hormiguero”, el negro negrísimo de “Scary movie", la voz de Graógraman justo después de levantarse y la de Félix Rodríguez de la Fuente…  a vuestro criterio queda qué parte otorgar a cada cual.

Cuando somos directores de una partida, toda la física del mundo de juego por donde se van a guiar nuestros protagonistas está en manos de una parte de nuestro interior que, por lo que se extrae de la sociedad, se comporta como los ojos del Guadiana.
Aparece y desaparece; de pronto brilla como una estrella en implosión o se esfuma como mi colega Carlos cuando le toca pagar el bocata.  ¡Magia Ninja tío!
La cuestión es que es un tema de importancia máxima sobre el que no queda nada claro cómo provocar un crecimiento del asunto, o cómo impedir su merma. Cómo lo haces gordo troncho o cómo dejarlo canijo perdío.
Parece que se debe asumir que tienes la cantidad que te ha tocado al nacer. Punto pelota.
Lo siento tron, tu alma puso demasiados puntos de desarrollo en esa excelsa belleza y demasiados pocos en el centro del cotarro que hoy nos trae aquí a juntar palabras. Si... si, ese valor humano que te hace interpretar la ironía. ¿¡No sabes de qué te estoy hablando!?
Joooder... ¡Si es de sentido común!
Bueno, finalmente se me ha escapado decírtelo, así que casi nos centramos en el tema.

El sentido común

El sentido común es la herramienta básica con la que, como máster, determinarás la física de los acontecimientos, es decir, las leyes que interpretarán las consecuencias que sucedan tras la causas.
¿Cómo se comportará el dragón después de que le meta el héroe de turno el lanzazo mortal en la garganta? Pues como diga el sentido común del máster (si, si, aquí hablamos de juegos de rol donde hay un máster...  para otras carantoñas vayan ustedes a foros en ingles).
¿Qué hará el rey después de que los jugadores expresen abiertamente, y contra todo protocolo, que solo están en su reino por el oro y que su dios es una herramienta ficticia de control social? (Que cabronazos… cómo os gusta ser Gustav Jung entre medievos.)
Pues hará lo que el sentido común del máster determine.
Mola.
En ambos casos, el primero con el dragón, mecánico, y el segundo con el rey, social, el gestor absoluto de los efectos provocados por las acciones de los personajes, es el sentido común del máster.
Ni dados ni paranoias. Colega, interpreta las señales. Si ves que la reacción del rey la decide una tabla… es que estás en un libro–juego.
Sentido común.
Que dicho sea de paso, muchos libros de rol lo consideran como la ley máxima de las mesas de juego… o el comodín que valida cualquier cuestión sobre la que las leyes no se pronuncian, o sobre las que fallan o se contradicen. Te lo pueden decir con la letra pequeñita y la boca chica así, como quien habla para un lado, pero te lo han soltao.
Vamos, que es parte del marrón que te toca por esto de ser máster.
¿Te acuerdas de cuando jugabas al fútbol o al baloncesto, al balón prisionero (o como se le llame al brilé en tu lugar natal) o al voleibol y nadie quería ser el árbitro? Vale, ni dios jugaba con árbitro, ¡pero a veces ocurría y...! Bueno, supongamos que había un árbitro, o que vuestro grupo era raro de cojones y tenía un árbitro habitual. A que nadie pensaba: “ostia, que suerte ser el árbitro, es el que determina todas las normas del juego”
Pues no (o no era usual, no me seas relativista, joder, y acepta la metáfora).
La cuestión es que tampoco había demasiado que interpretar. Las normas del juego eran sabidas por todos, y las situaciones estaban sujetas a un fuerte “sentido común”, que se podía tergiversar más o menos, pero vamos, que por mucho que te rebelaras y gritaras y discutieras… tú sabias que habías hecho falta, o que el otro no la había hecho. El resto era parte de la molonidad del asunto.
Ese breve momento de discusión por las reglas era un micro baile de roles donde jugábamos a burlar el sentido común de todos los que observaban las escenas…  perrrracos que éramos todos.
La cuestión, que se me va la castaña y no me avisáis, es que en ese caso el árbitro tenía mu poquito que interpretar. Su valor era, sobre todo, de guardián del cumplimiento de las normas y de autoridad en caso de duda, pero su “sentido común necesario” era reducido.
Normas conocidas, situaciones predecibles, escenario visible.
Vale, pues en el rol… todo lo contrario.
(Me parto)
¿Porque?
Porque todo está sujeto a un único factor, el sentido común del árbitro (si, Guty, he dicho árbitro ;).
¿Las normas? ¿las reglas? ¿el sistema de juego? Son una ficción. ¡Si la unidad de medida de casi todos los juegos de rol es el “éxito”! ¡El éxito!
¿Cuantos éxitos hacen falta en Hombre Lobo para levantar 23,5 kg con una mano?
Pues los que diga el Máster.
¿Y si estás en D&D y estás en una barca y es de noche?
Misma respuesta
¿Y si estas sobre un águila gigante y te persigue un calamar volador?
Joooder ¡los que diga el máster!
Que sí, que hay un mogollón de sistemas de dados y muchos funcionan por porcentajes y probabilidades. ¡Háblale al gato de Schrödinger de probabilidades! A mi dime lo que tengo que sacar y deja que mi mente triangule a toda leche los siguientes factores:
“Lo que creo que es mi Pj, lo que dice mi hoja que es mi Pj y lo que me exige el máster por conseguir mi propósito
Que si la ecuación no me sale, me va a importar un carajo haber tirado runas, un fullereno de resina o un d10 steampunk de acero cromado.
Todas las tablas, reglas y normas… son orientaciones que pretenden guiar a esa parte de tu interior, máster, que es sobre la que pesará TODO, a ver si logra entender… ALGO y transmitir a tus jugadores que rezumas sentido común (teórico, eso sí) por los poros.
El sentido común.
Weno.
Y eso, ¿qué carajo es? Nos metemos en un berenjenal… pero ya hemos llegado hasta aquí, así que…
Pues hipotéticamente, es un sentido (…digo yo…), y como sentido, es algo pasivo, receptivo, necesita un objeto de referencia que lo active. Un “algo” sobre lo que trabajar, un elemento, digamos observable, sobre el que plasmar su presencia, o por el que debe dejarse excitar para poder articular algo que ofrecerle al cerebro.

Por otro lado, es común, un palabro que aquí podemos interpretar en dos direcciones:
1-Que es habitual, normal, cotidiano, fácilmente localizable en mayoristas y pequeños establecimientos… vamos, que está por todos lados.
2- Pues que es compartido, que es común a todos los presentes en la mesa de juego, o que todos los presentes lo aceptan como referencia.
Bueno, también es una excusa para cuando quieres quitarte el marrón y echarle la bronca a ese colega porque no ha hecho “esa cosa sin importancia”, pero que ¡para ti la tenía!, y tú se la habías explicado con absoluta deficiencia pero habías supuesto que él te entendería a través de la “telepatía–colega”, que es la que debería rellenar los huecos de las explicaciones de mierda que nos damos unos a otros como humanos imperfectos a la hora de compartir datos de valor.
Y como el muy cabronazo no lo hizo pues le gritas: “¡¡Jooder es de sentido común tío!! “  Y entonces lloras (por dentro) y no quieres hacerlo, pero tienes que sacar la pipa porque sino otros negros te perderán el respeto y… pero eso es otra historia y debe ser contada en… Jodido Michael Ende… (lloro) cuanto daño nos hizo con esa frase a los roleros.

En la primera palabra, sentido, dijimos que necesitaba algo que lo estimulase, un agente externo excitante porque como “sentido” era pasivo ¿no? (si, como tu pene, si es que la mitad de la población mundial somos de un previsible en estos casos…) pues ¿cuál es el objeto de observación?
La imaginación.

¡Es la imaginación! ¿No os parece sorprendente? (a mi me dejó alucinando cuando llegué a la conclusión, ¡qué os puedo decir…!) Es decir ¡parte de nuestro sentido común nace de la observación de nuestra propia imaginación!
Esto quiere decir que cuando nos imaginamos el lanzazo en la garganta al dragón (es un ejemplo que puse al principio… ¡Deja de leer en diagonal que no te enteras!), “vemos” lo que ocurre. No ponemos nuestro esfuerzo en “adivinar” o en “inventarnos” lo que ocurre.
Lo “vemos”, lo oímos, lo sentimos… porque es como un sentido. Un tanto fantasmagórico, y seguramente impreciso o hasta nebuloso… pero como un sentido.
El centro de nuestro esfuerzo no se deposita (no debería) en adivinar la consecuencia, sino en imaginar la escena, y dejar que el ”sentido común” actúe.
Por eso si como máster centras tus esfuerzos en interpretar las consecuencias sin consultar antes con la imaginación, pues lo estás haciendo mal, porque no lo haces como yo te digo (XDDDD perdonad… es que… tenía que ponerlo), no, ahora en serio, si lo haces sin consultar con la imaginación, la estás sustituyendo por la intuición.

Es como cuando en el cole el profe de mates te decía: “Jorgito, ¿donde está el desarrollo del problema?” y tu le decías “me lo he saltado profe, puse directamente el resultado” y entonces el profe te explicaba una mierda gorda que no te voy a repetir porque asumo que entiendes la idea.

Sin el desarrollo, el conjunto no es igual. Se basa mucho más en un término clave que une a tu profesor de entonces con tus compañeros de mesa de ahora: la confianza (que no es lo mismo que la complicidad… pero se parece mucho).
Tu profesor podía confiar en que simplemente no habías copiado y que eras jodidamente listo, y tus jugadores pueden confiar en que sabes lo que haces cuando interpretas los acontecimientos.
Pero si desarrollas el problema, si imaginas la escena, todo se ve mucho más diáfano, el sentido común brilla interpretando algo cuasi-real  y dotando de elegancia al todo.
Y si la compartes en una descripción ya pa qué decirte.

Porque asumiendo que el “sentido común” es el verdadero motor o sistema de juego de un juego de rol, la imaginación es el combustible esencial de ese motor.
Ahí es nada…
Pero espera… ¿observación de la imaginación dices? No jodas, eso es lo que pasa en los sueños y las cosas pueden no tener puto sentido y saltarse las normas comunes a la torera… la imaginación por sí misma no parece demasiado fiable… y tampoco es que la humanidad imagine de forma nítida, nítida, nítida a voluntad…
¿Sabéis porque la gente no puede imaginar lo que desea con nitidez a voluntad? Porque eso destruiría la multimillonaria industria del porno, por eso hay quien dice que las fuerzas secretas de las grandes compañías pornográficas han creado una máquina inhibidora en la luna que…
¡Y el colapso del porno significa el colapso de internet! Os imagináis por un momento…
Vale. Ya paro. Voy acabando que me emociono.

Como la imaginación por sí misma no es una fuerza fiable, ya que es voluble y no tiene porque aceptar ninguna norma, entra con fuerza el factor “común” de la expresión.
Común dijimos que podía referirse a cotidiano, abundante, habitual… ¿como qué? Pues como todo. Como todo cuanto nos rodea. Porque la realidad es el mejor aliado de la imaginación. En lo común de nuestro alrededor tenemos la fuente de contraste para nuestras ensoñaciones. Es lo común de cuanto nos rodea lo que nos dice cómo se comporta una persona cargada de leña al subir por una cuesta de zahorra, o cómo un oso se levanta sobre sus cuartos traseros para abrazar un árbol (si, lo hacen, mira tu) o cómo un águila vuela sobre corrientes buscando presas a 150 m de altura, o como… cualquier cosa joder.  Lo que hará de contraste y referencia a nuestra imaginación, lo que la ceñirá a normas “reales” está en lo común que nos rodea (por eso, ¡lee libros! ¡recibe datos!, pero sobre todo, mira a tu alrededor, webo).
Está en lo común, pero si nos fijamos de verdad en nuestro entorno.
Y ahora, (¡¡si seguís leyendo a estas alturas es que sois héroes o estáis locos!!) permitidme que me ponga un tanto Yoda:
Porque si os fijáis, estáis recibiendo, estar recibiendo lleva a no estar emitiendo, no estar emitiendo lleva a estar callado, estar callado lleva al silencio interior, el silencio interior lleva al no pensar, el no pensar lleva al vacío interior y el vacío interior te lleva al “lado oscuro”… que es donde se revelan las fotos, las pelis y donde, en resumen todo lo que se tiene que “revelar” se manifiesta en ausencia de perturbaciones externas. ¡El cubil de la imaginación!
Por eso se nota cuando un máster no está imaginando lo que pasa. ¡¡No relaciona los ritmos, las dosis de cada cosa!!

Cuando tiene que estar imaginando, está suponiendo, cuando tiene que estar escuchando a sus jugadores, está pensando, cuando tiene que estar describiendo está adivinando…

Y lo mismo para los jugadores… ¡escuchad a vuestro máster! Cuando hace una descripción de la fuking taberna, ¡dejad de pensar en vuestra siguiente acción e imaginad! ¡¡imaginad insensatos!! agonías, que sois todos unos agonías, ¡¡que solo imaginando vais a poder ajustar entre todos el sentido común de la partida!! ( he ahí la clave del artículo) ¡Y preguntad sobre lo que no veis!
Ains… me he quedado a gusto oiga.
Resumen final absolutamente incompleto y subjetivo:
El sentido común es la base de las normas de todos los juegos de rol.
Casi todo el mundo supone (o ni se lo plantea) que se tiene el que se tiene. Falso, esa cosa se ejercita.
El sentido común teórico depende de la imaginación.
El sentido común se ajusta con la observación de la realidad.
Si no lo haces como yo te digo no tienes ni puta idea (XDDD es que no puedo, no puedooorr).
Si borras la imaginación de tus partidas, eres un genio matemático, pero que coñazo de partidas.
Todo se basa en una proporción emitir–recibir que se debe ajustar según los ritmos de la partida, de momento en momento. Si emito (describo) descenderá mi imaginación (y con ella mi sentido común), si no recibo (escucho) no captaré bien los datos de los jugadores para meterlos en la simulación (imaginación) y cuando vomite la interpretación, me lincharán.
Este es el primer articulo de una pentalogía… así que si te ha parecido un truñaco prepárate para lo que viene.

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