La poesía puede ser muchas cosas. La búsqueda insistente de expresar lo inexpresable, un grito desgarrador en el papel desde la pluma, caricia en la cicatriz dada por un corazón desconocido, polla que te penetra con mesura mientras te aferran manos ardientes… puede serlo todo.
Pero para mi, por encima de la ruptura de la prosodia, la educación en la lectura que regala y la expresión tranquila, está la liberación.
Porque la poesía libera.
La poesía no son versos dodecasílabos rimados con perfección matemática. La poseía es rap, es ritmo, son palabras fluyendo al pintar un paisaje buscando elegancia, es danza verbal al describir por puro placer estético, por resonancia, sin perder su valor raíz: la utilidad.