‘Comunidad’ es uno de esos conceptos difíciles de definir.
Es un modelo sociológico, un patrón. Al igual que un copo de nieve una comunidad puede tener diferentes formas, tamaños, aspectos, etcétera, no obstante, con la unión de un interés común, un conjunto de comportamientos, opiniones, ideas que giran en torno a un constructo, ya existe comunidad.
El concepto de comunidad ha ido variando desde el siglo XIX. Ferdinand Tönnies fue de los primeros teóricos que habló acerca de la comunidad afirmando que debía de ser entendida como un organismo vivo. Múltiples autores han utilizado este concepto, matizándolo y adaptándolo a su momento histórico.
Actualmente, en nuestra sociedad ‘hipermodernista’, contamos con las ‘comunidades virtuales’. Éstas son posibles a través de ‘las tecnologías de la información’ que son los instrumentos que permiten nuevas relaciones sociales (eso ya estamos cansados de escucharlo). En otras palabras, hemos pasado de una sociedad industrial a la sociedad de la información. Las comunidades virtuales se han convertido en un nuevo formato de relaciones sociales. Los individuos y los colectivos acuden a ellos para satisfacer necesidades, colaborar y sentirse parte de un colectivo. Este nuevo tipo de comunidades se caracteriza por la posibilidad del anonimato y por la carencia del contacto humano (por lo menos en un primer momento). Esta sociedad mediática cambia las normas sociales y es más extensible en el momento de transmitir ideas, ideologías o inducir a acciones y comportamientos. Debemos apuntar que dentro de la red aparecen múltiples formas de comunicación pero hasta la llegada de la comunicación en tiempo real los miembros no podían comunicarse de inmediato, se considera que ahí el concepto de comunidad toma más fuerza.
Veamos las diferencias entre comunidades tradicionales y comunidades virtuales. En las primeras existe el espacio físico y la temporalidad es obvia. El encuentro físico condiciona la conducta y es limitada por el territorio, mientras que en las segundas ni el espacio físico ni el temporal suponen una limitación. El territorio es el ciberespacio donde no hay fronteras planetarias.
No obstante, para entender el concepto de ‘comunidad virtual’ podemos hablar de la ‘comunidad’ como un tipo de interacción que se basa en la identificación, requiere reciprocidad, que surge compartiendo vínculos y la voluntad de comunicarse (Tönnies, 1986).
Por tanto, los miembros de una comunidad comparten significados específicos y visión colectiva, comparten experiencias y generan, normalmente, jerga propia.
En la tradición sociológica las primeras conceptualizaciones sobre comunidad se efectuaron sobre la base de comunidades territoriales. La idea de comunidad implica lazos estrechos, existe lo que se llama “sentimiento comunitario” entre los miembros de una comunidad.
No obstante, en la actualidad el uso de la comunidad es diferente según los contextos y se utiliza de forma variada y amplia, transcendiendo fronteras territoriales.
Sociólogos de redes sociales pusieron de relevancia la naturaleza no territorial de las comunidades modernas (Scott, 1994; Wasserman y Faust, 1995).
Se analizan los miembros de un grupo, las relaciones que producen entre ellos, sus objetivos, la calidad de su estructura y la dinámica que siguen. Se ha razonado, por tanto, que las comunidades virtuales son también comunidades, aunque sus miembros no tengan proximidad fisica ya que entre ellos se desarrollan lazos similares a los de las comunidades territoriales y siguen estando vinculados a los conceptos de comunicación y socialización. El sitio web se convierte en el territorio de la comunidad virtual.
Pero, ¿qué es una comunidad virtual? Howard Rheingold, en su libro, The Virtual Community, define las comunidades virtuales como "agregaciones sociales que emergen de la red cuando un número suficiente de personas entablan discusiones públicas durante un tiempo lo suficientemente largo, con suficiente sentimiento humano, para formar redes de relaciones personales en el ciberespacio" (Rheingold, 1993: 5).
En esta definición tres elementos deben resultarnos esenciales: la interactividad, el componente afectivo y el tiempo de interactividad, como condiciones para que exista una comunidad virtual y ellas se corresponden a algunas de las características de las comunidades en general.
Según Michael Powers, una comunidad virtual es "un lugar electrónico donde un grupo de personas se reúne para intercambiar ideas de una manera regular (…) usualmente definida por un software servidor, mientras el software cliente administra los intercambios de información entre los miembros del grupo. Todos los miembros conocen las direcciones de estas localidades e invierten suficiente tiempo en ellas como para considerarse una comunidad virtual" (Powers, 1998: 3).
Sin embargo, lo virtual no sustituye a lo real sino que lo representa, es un laboratorio de experimentación ontológica que nos obliga a renunciar al apoyo de las apariencias y nos vuelve cazadores de lo real en bosques de símbolos (Quéau, 1995: 79).
Y, más o menos por esto, se podría decir que sí es una comunidad rolera.
Sara Sierra