Es espectacular observar un movimiento tan intenso de desarrollo artístico rolero como el que sucede actualmente en el país. Quizá he sido yo, que desde mi propia cueva creativa no he atisbado a percibir tal nivel de ebullición, cierto. Pero más allá de la responsabilidad del enfoque, y centrándome en lo maravilloso del evento… ¡que momento tan emocionante para el rol!
Está claro que como comunidad de aficionados-creativos de algo tan deliberadamente abstracto nos queda mucho camino por recorrer en cuanto a unidad y coherencia, pero lo ya recorrido debería entusiasmarnos.
En el poco tiempo que llevo observando el movimiento de la red, he visto autoeditarse casi una decena de juegos patrios de espectacular calidad, y cómo las partidas a través de youtube ganaban una concentración de juego, narración e interpretación brutales entre individuos que de desconocidos han pasado a ser coleguillas de hangout, y que previsiblemente se convertirán en amigos de nexo común.
Se producen mesas redondas, entrevistas, encuestas, debates…de aficionados para aficionados y por amor al rol.
Existen vetustos blogs que acumulan lustros de debates y comentarios, teoría del rol y sistemas…autenticas cuevas de sabios.
¿No es espectacular?
La indómita creación de mecenazgos permanentes a través de plataformas como Patreon o la fantástica comunicación entre ciertas editoriales y sus posibles clientes no dejan de asombrarme por el grado de evolución que representan con respecto al mundillo que deje atrás hace años, al meterme en la cueva.
Lo único que apenas ha cambiado, son los trolls.
Está bien, personalmente no los veo necesarios, pero perfilan un interesante contraste para diferenciar a quienes se implican en generar comunidad y desarrollo más allá de su ego y quienes de verdad se embriagan consigo mismos dañando la comunidad, enmascarados bajo criticas constructivas, o escudados tras la libertad de expresión.
Comunidad, es una palabra delicada y frágil.
Sobre todo cuando dicha comunidad está formada por individuos que disfrutan interpretando a personajes que, por deferencia, son los protagonistas de una historia.
Dicho lo cual, se me ocurre la siguiente pregunta: ¿Cuántas veces habéis disfrutado interpretando a personajes claramente secundarios en una trama, colaboradores o esbirros quizá del personaje de otro jugador/a?
Podría parecer una pregunta baladí, pero no lo es.
Es la clase de pregunta que nos podría mostrar ( a falta de indicadores claros…no esta de más inventarse alguno) cuanto nos gusta rolear y cuanto nos gusta la masturbación mental.
Porque evidentemente, ser el protagonista de la historia no implica necesariamente disfrutarla, mientras que disfrutarla, te convierte automáticamente en protagonista, lo seas en la historia o no.
Siempre me ha parecido curiosa la abundancia del ansia de protagonismo, cuando muy a menudo la diferencia en la historia y en la guerra, la marcan la calidad de sus secundarios.
Ahora que el Rol está buscando una subida de nivel, (desde mi pobre criterio) merece la pena recapacitar sobre cuántas características del pasado deben ser consideradas escoria a rechazar, y sobre los métodos del reciclaje de estas.
Las etiquetas facilonas son un buen ejemplo de ello. Estos días, por fortuna, ha salido el tema en cuestión, y ojalá la comunidad entera reflexione sobre ello y cambie su tendencia.
Las críticas devastadoras contra productos específicos son otro muy buen ejemplo de escoria para desprenderse. Que cada cual edite lo que pueda (sin fraudes ni engaños) y que el mercado determine lo que permanece.
Crear comunidad debería ser una prioridad. Dar ejemplo de apoyo, ser embajadores del rol allá donde vayamos, sacar los dados a la calle y buscar que la sociedad no solo conozca esta afición, sino que la reconozca como se merece.
Si es una actitud que ya tenéis, felicidades.
Si lo hacéis desde hace años, me postro a vuestros pies.
Si sentís que comenzáis ahora, caminemos juntos y aprendamos de los mayores con humildad, tengan la edad que tengan.
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